
Cientos de miles marcharon en diversas ciudades para exigir más impuestos a los ultrarricos y el fin de los recortes en el presupuesto 2026.
Francia vivió este jueves una de las movilizaciones más grandes del año, con cientos de miles de personas en las calles para rechazar la política de austeridad prevista en el presupuesto 2026 y exigir un sistema fiscal más justo.
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La convocatoria, impulsada por sindicatos, tuvo lugar apenas días después de la caída del gobierno de François Bayrou, cuyo plan de recortes ascendía a 44 mil millones de euros e incluía la eliminación de dos días feriados. Aunque su sucesor, Sébastien Lecornu, aseguró que no retomará esa medida, los manifestantes mantuvieron la presión para que se descarten otros ajustes considerados “un museo de los horrores” por los sindicatos.
Las demandas también abarcaron la derogación de la reforma de pensiones aprobada en 2023 y mayores recursos para los servicios públicos, consignas ya vistas en protestas como la de los chalecos amarillos.
La participación varió según las fuentes: 500 mil asistentes según el gobierno, frente a “más de un millón” de acuerdo con la CGT. En París, Nantes y Rennes se registraron enfrentamientos aislados con la policía, que desplegó 80 mil agentes en todo el país. Hubo uso de gases lacrimógenos y 300 personas fueron detenidas.
El reclamo de “justicia fiscal” se escuchó con fuerza, acompañado de propuestas como la “tasa Zucman”, que gravaría con un 2% anual las fortunas superiores a 100 millones de euros. Aunque Lecornu rechazó esta medida, afirmó estar dispuesto a abrir un debate en torno a la redistribución.
El primer ministro debe presentar en octubre un nuevo proyecto de presupuesto que convenza al Parlamento y logre contener el déficit, en un contexto en que la agencia Fitch degradó la calificación de la deuda francesa. El riesgo de otra derrota legislativa mantiene a su gobierno bajo intensa presión, mientras aumentan los llamados a la renuncia del presidente Emmanuel Macron.
Con información de Excelsior