
Mientras manifestaciones por la represión migratoria se intensifican en Los Ángeles, Trump acude a una función privada del musical Los Miserables en Washington
En medio del creciente descontento por las redadas migratorias que han desatado protestas en varias ciudades del país, el presidente Donald Trump asistió este miércoles por la noche a una exclusiva función del musical Los Miserables en el Centro Kennedy, ubicado en la capital estadounidense.
La elección del espectáculo, inspirado en la revuelta popular de junio de 1832 en París, generó múltiples reacciones. La obra retrata el enfrentamiento entre insurgentes y las fuerzas del orden, lo que algunos han calificado como un paralelismo incómodo frente a los operativos militares desplegados recientemente en Los Ángeles. “Me encantan las canciones, me encanta la obra”, expresó el mandatario días antes del evento.
El ambiente fuera del recinto cultural fue tenso, con dos grupos de manifestantes congregados en las inmediaciones del Kennedy Center. El motivo: la indignación por el uso de la Guardia Nacional y los Marines para reprimir a quienes protestan contra la política migratoria federal, particularmente en California. El presidente había declarado un día antes su intención de “liberar” la ciudad de “insurrectos” y “enemigos extranjeros”.
El gobernador de California, Gavin Newsom, respondió de manera contundente a estas acciones. “Un presidente que se niega a someterse a ninguna ley o Constitución, y que lidera un ataque frontal contra los valores estadunidenses”, declaró el martes, aludiendo a lo que considera un uso excesivo de la fuerza y una tendencia autoritaria por parte del Ejecutivo federal.
Dentro del recinto, sin embargo, la atención estaba centrada en una velada con fines recaudatorios. Según el Washington Post, el acceso a la recepción previa al espectáculo, incluyendo una fotografía con el presidente y la asistencia desde un palco especial, tenía un costo estimado de dos millones de dólares.
El musical, convertido en fenómeno global desde su debut en Francia en 1980 y su adaptación en Broadway, contiene una de las canciones más emblemáticas sobre movilización popular. Este elemento no pasó desapercibido, especialmente considerando el contexto social y político que rodea al evento.
Además, trascendió que algunos de los actores del elenco podrían haberse mostrado renuentes a participar en la función debido al simbolismo que podría representar la presencia de Trump. El Centro Kennedy, dirigido por figuras cercanas al mandatario tras una serie de cambios promovidos por él mismo, ha sido acusado de adoptar una orientación menos progresista.
Esta velada cultural no se limita a un acto de entretenimiento. Refleja la estrategia del presidente para incidir en instituciones culturales, académicas e históricas. Prueba de ello es la destitución de los responsables de la National Portrait Gallery y la Biblioteca del Congreso, decisiones que se suman a su conocida cruzada contra lo que ha denominado como “propaganda antiestadunidense”.
La coincidencia entre el desarrollo del evento y la agitación social que vive California ha puesto en evidencia una creciente polarización entre el discurso oficial y la realidad de miles de familias migrantes. Mientras tanto, el escenario se mantiene dividido entre luces teatrales y las barricadas simbólicas que muchos ciudadanos perciben en las calles.