
Erin Patterson, condenada en Australia a cadena perpetua por el homicidio de tres familiares con hongos venenosos, presentó una apelación ante la justicia
La australiana Erin Patterson, declarada culpable por la muerte de tres familiares de su esposo tras servirles un platillo contaminado con hongos tóxicos, inició un proceso de apelación con el fin de revertir la sentencia de cadena perpetua que le fue impuesta en septiembre.
El caso, que tuvo gran resonancia internacional, se originó en 2023, cuando la mujer organizó un almuerzo en su domicilio en Leongatha, Victoria. En esa ocasión, los padres de su entonces esposo, Don y Gail Patterson, así como la tía Heather Wilkinson, perdieron la vida después de ingerir un estofado que contenía “Amanita phalloides”, conocido como el “hongo de la muerte”, uno de los más letales a nivel mundial.
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El jurado también la encontró culpable de intento de homicidio en contra de Ian Wilkinson, esposo de Heather, quien sobrevivió tras recibir atención médica intensiva.
La sentencia dictada en septiembre estableció que Patterson, de 51 años, pasará el resto de su vida en prisión, aunque podrá solicitar la libertad condicional dentro de tres décadas. Sin embargo, su abogado, Richard Edney, señaló en una audiencia administrativa celebrada en la Corte Suprema de Victoria que la mujer tiene la intención de “apelar la condena”, aunque no ofreció detalles sobre los argumentos que presentarán.
El equipo defensor dispone de 28 días para entregar la documentación correspondiente, la cual será evaluada por un tribunal antes de determinar si procede la apelación. De acuerdo con la cadena nacional ABC, este proceso será clave para definir si la acusada obtiene una nueva revisión de su caso.
Durante el juicio, que se prolongó más de dos meses y atrajo a medios, podcasters y equipos de filmación a la pequeña localidad de Morwell, Patterson sostuvo que la intoxicación fue producto de una contaminación accidental del guiso de carne que había preparado, argumento que el jurado desestimó al emitir el veredicto de culpabilidad.
El caso de Erin Patterson no solo generó interés por la brutalidad de los hechos, sino también por el impacto social que provocó en la comunidad australiana, acostumbrada a una vida tranquila y ajena a crímenes de tal magnitud.