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Nadia Comaneci se convirtió en icono luego de maravillar al mundo en Montreal #VIDEO

Nadia Comaneci se convirtió en icono luego de maravillar al mundo en Montreal

Nadia Comaneci empezó a crecer, después de una niñez y adolescencia robada por los entrenamientos, llegó la rebeldía y querer una vida normal

A su regreso de  Montreal, Nadia Comaneci era un ícono en Rumania… un símbolo que el tirano Nicolai Ceausecu quería para su colección personal… y los rumores empezaron a surgir: 

Que ahora era rica, que vivía en una villa de 8 habitaciones e incluso la emparejaban con Nicu el sanguinario hijo del dictador del que llegaron a decir que le arrancaba las uñas si no hacía lo que él pedía. Con el tiempo,  todo esto fue negado por la misma atleta.

Nadia Comaneci empezó a crecer, después de una niñez y adolescencia robada por los entrenamientos, llegó  la rebeldía, ella  quería tener una vida normal, surgieron  los conflictos con los Karolyi, sus entrenadores, por órdenes de Ceaușescu, se mudó a Bucarest y  la relación con los Karolyi se rompía  por mandato del gobierno, Bela tenía raíces húngaras y eso no era del agrado de la familia Ceausescu.

Al cambiar de entrenador, todo parecía  más relajado, ya no tenía las presiones de antes, pero llegó  soledad. Nadia se percibía como un objeto en la capital rumana, e incluso se rumoró de un intento de suicidio.

Además, su cuerpo cambió, ya no era la niña de 14 años que había maravillado al mundo en Montreal y dos años después en el campeonato mundial en Estrasburgo, Francia, fue el reflejo de su falta de preparación y concentración sus caídas en los distintos aparatos asombraron al público, parecía el fin.

Volvió con los Karolyi, y un año después en Copenhague, apareció  una nueva Nadia Comaneci, alta y esbelta, que  con una rutina diferente y  de mucho nivel; regresaba a la cima, era otra vez la Reina de Europa.

En 1980 los juegos olímpicos eran en Moscú, la casa de los grandes rivales, que con el boicot de Estados Unidos encontraban en  la gimnasia una de sus principales atracciones y la venganza a la afrenta de Montreal. Rusia era una bomba de emociones para Nadia.

A pesar de la caída en las barras asimétricas, tenía oportunidad de ganar el All Around, llegó la viga de equilibrio, pero tuvo pequeñas dudas y no fue suficiente, perdió ante la rusa Lelena Davidova. La última esperanza olímpica de darle una alegría a Rumania, no se concretó, se apagaba la felicidad. 

En 1981 en medio de una gira por Estados Unidos, Bela y Marta Károlyi, sus entrenadores, se fugaron, solicitaron asilo, y Nadia pagó las consecuencias, el dicatador Ceausecu temía que su joya desertara y la sometió a una rigurosa vigilancia en lo público y lo privado e incluso le prohibió salir del país para competir.

En aquella gira donde se fugaron sus entrenadores, Nadia Comaneci realizó once exhibiciones que produjeron mil dólares para ella, y 250 mil  para las arcas del tirano.

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En 1984, Nadia anunció su retiro de la gimnasia, el fin de la época Comaneci había llegado y empezó a trabajar en la Federación de Gimnasia, para supervisar a los jóvenes talentos, pero los conflictos con el poder no habían terminado.

La Familia Ceausescu empezó a ver a Nadia como un rival, tenían celos de la atención que robaba, algo que para un dictador y su esposa Elena que con igual o mayor poder, no podían permitir. 

Rumania era una cárcel de la que Nadia Comaneci finalmente escapó la mañana del 29 de noviembre de 1989; el muro de Berlín había caído 20 días antes, y vientos de libertad soplaban por toda la Europa del este.

Nadia caminó toda la noche siguiendo los pasos de un mercenario que la llevaba por un trayecto helado, pantanoso y salvaje, en cuanto piso Hungría se subió a un transporte que la llevo a un aeropuerto Austriaco y de allí  voló a los Estados Unidos en busca de reiniciar su vida en libertad.

Mientras Nadia huía…  Nicolae Ceausescu ordenó al ejército disparar contra la población que se manifestaba por la libertad en la ciudad de Timisoara, pero la rebelión se extendió hasta la capital donde  se les unieron las fuerzas armadas.

El 17 de diciembre, Nicolae Ceausecu y su esposa Elena, huían de Bucarest, cinco días después eran arrestados por la policía en un control de carretera y entregados a los militares insurrectos, que en un improvisado tribunal militar, bajo los cargos del genocidio Timișoara, los condenó a muerte,   fusilados  en la mañana del día de  Navidad de 1989.

Con información de Andrés Ruiz

IPR

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