
Una menor de Guadalajara decidió regalar su palomera de Stitch a un niño que no pudo conseguirla por estar recibiendo quimioterapia, conmoviendo a miles
Mientras miles de personas se lanzaban a las salas de cine por las palomeras coleccionables de la película Lilo y Stitch, una historia conmovió profundamente a las redes sociales. Se trata de la emotiva acción de una niña tapatía, quien, en un gesto desinteresado, decidió entregar la suya a un pequeño que, debido a su tratamiento de quimioterapia, no pudo conseguirla.
Todo comenzó cuando la madre de Leo, un niño que lucha contra el cáncer, compartió en TikTok un video donde se le ve recibiendo quimioterapia mientras comenta con tristeza que las palomeras de Stitch se estaban agotando. En el mensaje que acompañaba el clip se leía: “Yo viendo que me faltan dos horas de quimio y las palomeras se están agotando”. La publicación pronto se viralizó, generando muestras de apoyo y propuestas para conseguirle una palomera. Incluso la cadena Cinemex se sumó con una oferta.
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Sin embargo, fue una pequeña llamada Matilde, o “Mati”, quien decidió dar un paso más allá. En un segundo video, Leo aparece visiblemente emocionado anunciando que iba en camino a encontrarse con una niña que le regalaría su palomera:
“Ahora estoy muy nervioso y muy feliz porque vamos a ir por mi palomera de Stitch. Una niña que se llama Mati me la va a regalar, y vive aquí en Guadalajara. Vamos en camino por ella, ¿me acompañan?”, expresó el pequeño.
Al llegar, se puede ver a Mati acompañada de su mamá, esperando con la famosa palomera en las manos. Pero eso no fue todo. La niña también preparó un regalo adicional: un oso de peluche, un libro y una carta especial, que colocó dentro de la cápsula coleccionable. El momento cerró con un emotivo abrazo entre ambos y unas palabras que tocaron el corazón de muchos:
“Le voy a pedir a Diosito que te recuperes”, dijo Mati con una sonrisa llena de esperanza.
La historia se viralizó rápidamente y se convirtió en un poderoso recordatorio de empatía y solidaridad. En un mundo donde lo material muchas veces domina, el gesto de una niña de compartir lo que otros valoran como tesoro fue visto por miles como una lección de bondad genuina.