
Pese a un cese al fuego temporal de 48 horas, nuevos enfrentamientos en la frontera entre Pakistán y Afganistán dejaron más de una docena de víctimas
Una nueva ola de violencia sacudió el miércoles la inestable frontera entre Pakistán y Afganistán, donde los recientes enfrentamientos entre tropas y militantes provocaron la muerte de más de una docena de personas, entre civiles y soldados, y rompieron la frágil tregua alcanzada días antes.
Los choques, ocurridos en distintos puntos de la línea divisoria de 2 mil 600 kilómetros, reavivaron la tensión entre ambos gobiernos tras un fin de semana que ya había dejado decenas de muertos y fue considerado el episodio más violento desde que los talibanes asumieron el poder en Kabul en 2021.
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De acuerdo con las autoridades talibanas, los ataques paquistaníes de la madrugada en el distrito de Spin Boldak provocaron la muerte de más de una docena de civiles y dejaron alrededor de 100 heridos. Por su parte, Pakistán aseguró que cuatro de sus ciudadanos resultaron lesionados debido a agresiones provenientes de las “fuerzas talibanes” en Chaman, una localidad fronteriza ubicada frente a Spin Boldak.
En otro hecho registrado en el distrito paquistaní de Orakzai, seis soldados paramilitares murieron y otros seis resultaron heridos durante una operación de rastreo posterior a un ataque insurgente que la semana pasada dejó 11 militares muertos. Según dos funcionarios de seguridad citados por la agencia Reuters, nueve militantes también perdieron la vida en ese enfrentamiento.
El ejército de Pakistán evitó hacer comentarios sobre el choque en Orakzai, pero calificó como “mentiras escandalosas y flagrantes” las acusaciones del gobierno afgano, que lo responsabiliza de los bombardeos en Spin Boldak.
Tregua de 48 horas y frontera cerrada
Ante el repunte de la violencia, Islamabad y Kabul acordaron un alto el fuego de 48 horas a partir del miércoles a las 18:00 horas locales, con la intención de frenar los ataques y retomar el diálogo bilateral.
“Tanto Pakistán como Afganistán harán esfuerzos sinceros, a través del diálogo, para encontrar una solución positiva a este asunto complejo pero resoluble”, indicó el Ministerio de Asuntos Exteriores de Pakistán mediante un comunicado oficial.
El recrudecimiento de la tensión surgió después de que Islamabad exigiera al gobierno talibán contener a los militantes que, según sus informes, operan desde refugios en territorio afgano y han incrementado los ataques en suelo paquistaní.
Desde Kabul, los talibanes acusan al ejército paquistaní de “difundir información errónea” y “albergar a militantes vinculados al ISIS” para desestabilizar Afganistán y minar su soberanía. Pakistán, por su parte, niega esas acusaciones y atribuye los recientes atentados al grupo Estado Islámico Khorasan (ISIS-K), una facción activa en la región que ha atacado tanto a civiles como a funcionarios y representaciones extranjeras.
La escalada militar llevó al cierre de varios pasos fronterizos, lo que paralizó el tránsito comercial entre ambos países y dejó varados decenas de camiones cargados de alimentos y mercancías. La medida agrava la situación económica de Afganistán, altamente dependiente de los suministros provenientes de Pakistán.
Reacciones internacionales y mediación
Los choques fronterizos encendieron las alarmas a nivel internacional. China exhortó a proteger tanto a sus ciudadanos como a sus inversiones en la zona, mientras que Rusia hizo un llamado a la moderación. En Estados Unidos, el presidente Donald Trump expresó su disposición a colaborar en la búsqueda de una solución pacífica al conflicto.
La tensión coincide con la visita del ministro de Asuntos Exteriores afgano, Amir Khan Muttaqi, a la India, país considerado rival histórico de Pakistán. Durante la reunión bilateral, ambas naciones acordaron fortalecer sus lazos diplomáticos: Nueva Delhi anunció la reapertura de su embajada en Kabul y el gobierno talibán confirmó que enviará a sus representantes a territorio indio.
A pesar del anuncio del alto el fuego, el ambiente en la región sigue siendo incierto. La frontera entre Pakistán y Afganistán, marcada por décadas de disputas y presencia de grupos armados, vuelve a convertirse en un foco de tensión que amenaza con desestabilizar aún más al sur de Asia.