
El obispo de Apatzingán, Cristóbal Ascencio García, cuestionó a los ministros de la Suprema Corte al señalar que sus ceremonias de investidura muestran actos de idolatría
Durante su homilía dominical en la catedral de Apatzingán, el obispo Cristóbal Ascencio García lanzó una dura crítica hacia los nuevos ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), encabezados por su presidente, Hugo Aguilar Ortiz. Según el prelado, las ceremonias con las que tomaron posesión reflejan prácticas de idolatría que, a su juicio, resultan preocupantes para la vida pública del país.
Ascencio García expresó que los eventos recientes del Poder Judicial dejaron ver “prácticas religiosas, pero de idolatría”, al cuestionar de manera directa: “¿A cuáles deidades invocan? Ahí están en los videos, pueden verles”. En su mensaje, advirtió a la feligresía sobre los riesgos de normalizar este tipo de conductas. “Sepan ustedes que eso es idolatría, idolatría es adorar a falsos dioses, a un dios hecho a mi manera, a mi gusto, que responda a mis intereses”, sentenció.
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El obispo insistió en que los actos públicos de las máximas autoridades deben ser ejemplo para la ciudadanía y que lo sucedido en la Suprema Corte genera un mensaje contradictorio. Por ello, hizo un llamado a ser cautelosos ante lo que consideró un mal precedente.
En su discurso, reiteró la importancia de preservar la separación entre Iglesia y Estado como principio central de la política mexicana. Recordó que la Constitución define a México como un país laico y que esa condición ha garantizado estabilidad social y política en las últimas décadas.
“Se nos recalca mucho desde la Constitución Mexicana, a propósito de México, se nos recalca que México es un país laico y así es, un país laico, desde luego, donde no se realizan ritos religiosos en las autoridades. Pero lo que hemos visto en los últimos días en las supremas autoridades de nuestro país, a todos nos sorprende”, sostuvo el obispo, al advertir sobre la necesidad de no mezclar la religión con la esfera política.
Con estas declaraciones, Cristóbal Ascencio García buscó subrayar que, más allá de las creencias personales, quienes ejercen funciones públicas deben conducirse con apego a los principios constitucionales y garantizar que el Estado mexicano se mantenga libre de imposiciones religiosas.