
Para muchos, culpar a los extranjeros se ha vuelto una vía fácil para canalizar el descontento.
¿Por qué en Japón crece el rechazo hacia los extranjeros y migrantes? En Japón aumenta el sentimiento antimigrante, impulsado por la frustración económica, el miedo a perder la identidad cultural y la desinformación.
Frente a una estación de tren cercana a Tokio, cientos de personas aplauden al político Sohei Kamiya, líder del partido nacionalista Sanseito, mientras este critica el incremento de la población extranjera en el país. Del otro lado, sus opositores —separados por policías y guardias— lo acusan de racismo, pero Kamiya responde que solo expresa “sentido común”.
Este tipo de escenas reflejan un cambio social importante: las posturas abiertamente contrarias a la inmigración, antes consideradas extremas, ahora reciben apoyo y visibilidad. Aunque Sanseito sigue siendo un partido minoritario, logró avances notables en las elecciones parlamentarias de julio. Su plataforma “Japón Primero”, de carácter antiglobalista y antiinmigrante, ha ganado terreno, especialmente tras el ascenso dentro del partido gobernante de la política ultranacionalista Sanae Takaichi.
El discurso antimigrante está ganando adeptos en un contexto de salarios estancados, inflación, baja natalidad y temor al futuro económico. Para muchos, culpar a los extranjeros se ha vuelto una vía fácil para canalizar el descontento. Sin embargo, la paradoja es que Japón —una sociedad históricamente cerrada y con una fuerte cultura de conformidad— depende cada vez más de la mano de obra extranjera para sostener su economía y población envejecida.
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Incluso el partido gobernante, que antes promovía la llegada de trabajadores y turistas del extranjero, ha empezado a pedir restricciones más estrictas, sin explicar cómo compensará la falta de personal que enfrenta el país.
La tensión se agravó en septiembre, cuando rumores falsos difundidos en redes sociales sobre una supuesta “invasión” de migrantes africanos provocaron la cancelación de un programa cultural entre municipios japoneses y países africanos. La Agencia de Cooperación Internacional de Japón (JICA) suspendió el proyecto tras recibir miles de quejas, motivadas por información errónea que aseguraba —sin fundamento— que el gobierno planeaba traer “millones de africanos y kurdos” al país.
Figuras internacionales como Elon Musk amplificaron estos temores al publicar en X (antes Twitter) que, de continuar así, “no habrá Japón, solo unas islas donde solía vivir gente japonesa”. Comentarios como este, compartidos miles de veces, refuerzan la idea de que la identidad nacional japonesa está amenazada.