
La película Cónclave revive el debate sobre la simonía, delito eclesiástico que prohíbe comprar o vender favores espirituales.
La cinta Cónclave, ganadora del Óscar 2025 a Mejor Guión Adaptado, ha reavivado el debate sobre un delito casi olvidado en la Iglesia Católica: la simonía. Este pecado, mencionado como elemento central en la trama, vuelve a ser motivo de atención pública en el contexto del fallecimiento del Papa Francisco y la elección de su sucesor en el Vaticano.
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La película, dirigida por Edward Berger y basada en la novela de Robert Harris, explora el proceso de elección del nuevo Papa desde una perspectiva que combina tensión política, intriga y espiritualidad. El protagonista, cardenal Lawrence (interpretado por Ralph Fiennes), se convierte en testigo de una lucha por el poder en la que no faltan secretos y alianzas oscuras.
Una práctica prohibida en el corazón del Vaticano
A lo largo de la historia, la Iglesia ha condenado firmemente la simonía, práctica que consiste en ofrecer bienes materiales a cambio de beneficios espirituales o eclesiásticos. Su nombre proviene de Simón el Mago, quien, según el Nuevo Testamento, intentó comprar a los apóstoles el poder de conferir el Espíritu Santo.
En Cónclave, el personaje del cardenal Tremblay representa esta transgresión: se revela que, en los meses previos al cónclave, ofreció promesas y favores a sus colegas cardenales para asegurarse votos en su camino al papado. Este acto constituye una violación al derecho canónico vigente.
¿Qué dice el Derecho Canónico sobre la simonía?
El Código de Derecho Canónico tipifica la simonía como un delito grave. Según los cánones 1380 y 1381, tanto quien ofrece como quien acepta sobornos o promesas indebidas dentro del ejercicio de funciones eclesiásticas pueden ser sancionados con penas como el entredicho, la suspensión o castigos adicionales determinados por la Santa Sede.
Aunque su práctica fue frecuente durante la Edad Media, cuando cargos religiosos se vendían a cambio de poder o tierras, la simonía ha sido combatida sistemáticamente desde las reformas del Concilio de Trento en el siglo XVI.
Cónclave: entre ficción y crítica institucional
Cónclave no sólo retrata el ceremonial proceso de elección papal, también pone el foco en la dimensión política que aún existe dentro de la jerarquía eclesiástica. La figura del cardenal Tremblay refleja una crítica velada a los intentos de manipular la voluntad divina mediante intereses humanos.
El filme también destaca los rigurosos protocolos del cónclave: incomunicación total, voto secreto y pena de excomunión para quienes filtren información del proceso.
En medio del interés renovado por el Vaticano tras la muerte de Francisco, la película plantea una pregunta vigente: ¿hasta qué punto el poder terrenal ha logrado infiltrarse en lo sagrado?