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¿Qué sabe un hombre de ser mujer?

Qué sabe un hombre de ser mujer en un momento donde ser mujer en México no es tarea fácil, en un mundo diseñado para nosotros sin miedo a ser mutilados

Ayer mientras pensaba qué escribir sobre el Día Internacional de la Mujer me di cuenta que en este país, escribir sobre ellas, desde la perspectiva de ellos, resulta un tanto ridículo, sobre todo en un momento donde ser mujer en México no es tarea fácil.

Y es que, qué sabe un hombre de ser mujer si nunca ha sentido lo que es no tener control de sus fluidos por un par de días cada mes. Que tu propia química juegue en tu contra y haya veces que parece que tu cuerpo sólo busca cómo complicarte el día.

Qué sabe un hombre de ser mujer si nunca ha tenido que decidir entre estudiar y ayudar en la casa cuando las oportunidades son pocas y los varones van primero. En una tierra donde hacer las cosas como niña sigue siendo sinónimo de desventaja o falta de habilidad.

Qué sabe un hombre de ser mujer si cuando se nos antoja ir a la tienda, no tenemos que pensar en si estamos lo suficientemente tapados para no llamar la atención o si existe la posibilidad de que sea la última vez que salgamos de casa.

Qué sabe un hombre de ser mujer si al utilizar el transporte público de lo único que nos preocupamos es de que no nos roben la cartera o el celular y no de que nos manoseen porque a alguien más le parece que mi cuerpo es propiedad de todos.

Qué sabe un hombre de ser mujer si nunca ha tenido que soportar el perder un trabajo no por falta de habilidades o conocimientos, sino porque la negociación se decide entre las piernas. O que sus juicios y decisiones sean considerados producto de sus emociones y no de sus argumentos.

Qué sabe un hombre de ser mujer si no ha tenido que estar sometido a una pareja para cuidarlo y protegerlo porque así se lo dicta la sociedad. Misma que en ocasiones no la deja decidir incluso sobre su cuerpo o forma de pensar.

Qué sabe un hombre de ser mujer si hemos vivido en un mundo diseñado para nosotros sin miedo a ser mutilados, juzgados o vistos diferente sólo porque si.

En los 60 era impensable que los negros estudiaran con los blancos. En los 80 era mal visto ser hijo de divorciados. Y en los 2 mil era inaudito tener padres del mismo sexo.  Posturas que han ido cambiando por lo ridículo de las mismas. En un mundo que sigue negando la posibilidad de que entre hombre y mujeres debe ponderar la equidad

Pero mientras eso pasa, niñas cómanse al mundo, crean en sus sueños y vivan sin que nadie les diga que las cosas no se pueden hacer por el hecho de ser mujer. Pues la única limitante siempre debe ser la que uno se ponga enfrente. Y no, no lo digo por ser padre de una hija, pues estas enseñanzas las aprendí también de una mujer.

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