
El concejal Gregory Moreau defiende la utilidad de los roedores en la capital francesa, mientras otros políticos los consideran un riesgo para la salud pública.
En París, un concejal ha desatado debate al convertirse en el principal defensor de las ratas, animales que generan opiniones divididas entre vecinos y autoridades. Gregory Moreau, adjunto al alcalde en uno de los distritos de la ciudad, incluso se pasea con Plume, su rata mascota, sobre el hombro para mostrar a los ciudadanos que estos roedores no son necesariamente una amenaza.
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“Comen 100 toneladas de basura al día”
Moreau, miembro del Partido Animalista e investigador en Física Teórica, insiste en que las ratas cumplen un rol en la limpieza urbana: cada día consumen alrededor de 100 toneladas de desechos, lo que ayuda a evitar saturaciones en el sistema de alcantarillado. Aunque admite que su presencia en parques y zonas verdes genera incomodidad, critica el uso de venenos tradicionales, que considera crueles e ineficaces debido a la resistencia que los animales desarrollan con el tiempo.
Su propuesta es sencilla: reducir la basura en las calles, en particular en áreas cercanas a locales de comida rápida, para que la población de roedores no se multiplique. “Si no encuentran alimento, no se reproducen tanto”, sostiene.
Una ciudad dividida
El discurso de Moreau choca con posturas más radicales, como la del alcalde conservador Geoffroy Boulard, conocido opositor de las ratas. En 2023, se viralizó una fotografía en la que aparecía mostrando varios roedores muertos, y desde entonces se ha convertido en un símbolo de la lucha contra estos animales.
Boulard considera que la idea de convivir con las ratas es “una fantasía peligrosa” y advierte que una relajación en su control pondría en riesgo la salud pública. En su distrito ha instalado trampas de alta tecnología que atraen a los animales con comida y los eliminan de forma remota. Cada dispositivo cuesta 800 euros y mata unas 800 ratas al año, una cifra mínima frente a la población estimada de millones de ejemplares en la capital.
Entre el folclore y la controversia
París tiene una larga historia de mitos y leyendas en torno a estos animales, cuya mala reputación se remonta a la peste del siglo XIV. Hoy, la discusión gira en torno a si deben ser vistas como un problema de salud o como parte del ecosistema urbano.
Mientras Moreau reparte folletos con imágenes de ratas “adorables” frente a la Torre Eiffel, colectivos ciudadanos presionan por medidas más estrictas de control. Entre la utilidad ecológica y la percepción de amenaza, las ratas siguen ocupando un lugar incómodo pero inevitable en la vida parisina.
Con información de Excelsior