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¿Sabes qué es la “happycracia” y cómo distorsiona la realidad?

Hoy declarar que no eres feliz es vergonzoso, como si hubiéramos perdido el tiempo, hubiéramos hecho algo mal, ¿qué tan cierta es esta afirmación?

En una sociedad en la que todo lo que nos hace infeliz es catalogado como “tóxico” (una relación de pareja, nuestro trabajo, nuestros compañeros, la actitud de nuestros jefes), es difícil, por no decir imposible, tener malos días y ratos en los que demostremos que no somos felices.

En el marco del Día Internacional de la Felicidad, en donde se buscan y se comparten motivos para ser felices, salta a la vista un pesado discurso que medios de comunicación y redes sociales han impuesto sobre las personas: La obligación de ser felices.

Varios sociólogos y psicólogos condenan esta dictadura social que condena a las personas a siempre ser felices, a dar lo mejor de ellos, a compartir sus mejores momentos y acallar o desaparecer, en manera de lo posible, conductas infelices que pueden contagiar a los demás.

La felicidad se ha convertido en una obsesión y en un regalo envenenado”, señalan la socióloga israelí Eva Illouz y el psicólogo español Edgar Cabanas en su libro “Happycracia”.

De acuerdo con el texto, desde que en 1998 naciera en Estados Unidos la “ciencia” de la felicidad y la psicología positiva financiada por fundaciones y empresas, ser felices se ha posicionado en uno de los logros más importantes para la sociedad, quien justifica esta búsqueda como algo “saludable”.

Esta “ciencia” -concebida desde los libros de autoayuda- florece a través de terapias positivas, servicios de coaching o aplicaciones como Happify, que prometen “soluciones efectivas y basadas en la ciencia para una mejor salud emocional y mayor bienestar en el siglo XXI”, como señalan en el texto.

Según los autores “no hay problemas sociales estructurales sino deficiencias psicológicas individuales“, de esta forma, la riqueza y pobreza, éxito y fracaso, salud y enfermedad, son fruto de nuestros propios actos y estamos obligados a ser felices y sentirnos culpables de no sobreponernos ante estas dificultades.

No obstante, el texto también señala que la lucha no es contra la felicidad sino contra la visión reduccionista de la buena vida que la ciencia de la felicidad predica.

La visión neoliberalista de “sé feliz con lo que tienes, ser feliz es cuestión de actitud y no depende de lo que te rodea, la felicidad está en cada uno de nosotros si lo sabemos busca”, no es saludable y niega la problemática por la que una persona puede estar atravesando, pues censura sus emociones respecto a lo que vive y lo obliga a mentir.

Además de esto, la presión de las redes sociales en las que se comparten falsas nociones de felicidad, ha provocado un aumento de depresión entre jóvenes y adultos quienes creen no ser lo suficientemente fuertes, ni tener una visión “correcta” sobre su propia felicidad.

Cabanas, profesor de la Universidad Camilo José Cela, señala que actualmente la felicidad que es “un estilo de vida que apunta hacia la construcción de un ciudadano muy concreto, individualista, que entiende que no le debe nada a nadie, sino que lo que tiene se lo merece. Sus éxitos y fracasos, su salud, su satisfacción, no dependen de cuestiones sociales, sino de él y la correcta gestión de sus emociones, pensamientos y actitudes”.

Esta negación de factores exteriores como causantes de algunas de nuestras tristezas, ha provocado un sentimiento de fracaso y culpabilidad en los individuos que los lleva a mentir para perpetuar una felicidad irreal.

La psicología positiva lleva 20 años diciendo que han descubierto las claves de la felicidad. Afirmaban que la felicidad en casi el 90% se debe a factores personales y las circunstancias no importan. Clase, nivel de ingresos o educativo, género, cultura, no importan. Las circunstancias no nos hacen felices, somos nosotros, es psicológico“, apunta Cabanas.

En esta nueva ciencia no es suficiente con no estar mal o estar bien, hay que estar lo “mejor posible”, volviéndose un pensamiento obsesivo y programable que aumenta la ansiedad y la depresión.

En ese sentido concluyen que “hoy declarar que no eres feliz es vergonzoso, como si hubiéramos perdido el tiempo, hubiéramos hecho algo mal, podríamos hacer algo y no lo hacemos, somos personas negativas. Pero el concepto de felicidad no ha sido igual en la historia“.

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