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Conoce la historia de la primer médica mexicana, Matilde Montoya

Google lanzó un doodle en su honor

Maltilde Montoya ha sido un ejemplo para miles de mujeres mexicanas que han decidido dedicarse a la medicina, ella fue la primera en alcanzar el grado académico de médica en México, en el año de 1887.

Maltide nació un día como hoy pero de 1859. Recibió su título universitario en la Facultad de Medicina de México, fue declarada especialista en cirugía y obstetricia lo que en aquellos años era un mérito casi inalcanzable para una mujer, sobre todo por que las escuelas de medicina solo tenían permitido el paso para los varones.

Esta doctora luchó contra las adversidades y gracias a su fuerza, persistencia pero sobre todo inteligencia pudo entrar a la Facultad para formarse como la primera doctora mexicana, sin embargo, es importante mencionar que el presidente Porfirio Díaz abogó por ella en dos ocasiones,
de la cual la segunda vez proclamó un decreto presidencial en el cual permitía a las mujeres acceder a los mismos derechos y obligaciones que los hombres en la  Escuela Nacional de Medicina y Homeopatía.

Montoya mostró interés desde muy pequeña por el estudio y gracias a las enseñanzas que su madre le dio, terminó su educación escolar a la edad de 12 años pero era demasiado joven para ingresar a la Superior. Inspirada primordialmente por su progenitora, Maltilde decidió estudiar ginecología y obstetricia. Ambas mujeres con mentes brillantes y avanzadas para su época.

Fue entonces cuando a la edad de 16 años Matilde recibió el título de partera, carrera que ejercía en Puebla. En sus inicios trabajó como auxiliar de cirugía bajo la tutela de los doctores Luis Muñoz y Manuel Soriano. Sin embargo algunos médicos realizaron una campaña en su contra, al calificarla de “masona y protestante”.

A la edad de 24 años regresó a la Ciudad de México donde participó por segunda vez para ingresar a la Facultad de Medicina pero fue aceptada hasta 1882 por el entonces director Francisco Ortega, esta decisión llenó de críticas y desacuerdos a todos los que apoyaban a la joven entusiasta, a tal punto que eran apodados “los montoyos” .

Defendió la tesis Técnicas de laboratorio en algunas investigaciones clínicas. Durante sus estudios recibió apoyo económico, que dejó de percibir cuando se tituló. El gobierno le otorgó una mensualidad de 40 pesos y los gobernadores de Morelos, Hidalgo y Puebla le asignaron pensiones útiles, aunque pequeñas. El 19 de agosto de 1891, registró ante el Consejo Superior de Salubridad, el título que la acreditaba como médica cirujana que le fue expedido por la Junta Directiva de Instrucción Pública el 24 de septiembre de 1887.

Esta ejemplar mujer también creó Sociedad Filantrópica y dentro de sus actividades organizó en 1890, un taller de costura destinado a obreras en la casa número 305, junto al templo de San Fernando. En 1891, junto con las señoras de la Sociedad “Luz y Trabajo”, fundó la Escuela-Obrador: Luz y Trabajo para hijas de obreras. Perteneció a la Sociedad Mexicana de Costureras “Sor Juana Inés de la Cruz”, de la que fue presidenta de hacienda para el periodo 1898-1899. En 1891 formaba parte de la Liga Médica Humanitaria, asociación que reunió a médicos, dentistas, parteras y farmacéuticos con el objetivo de establecer varios consultorios médicos nocturnos, en los que gente sin recursos económicos pudieran encontrar a toda hora de la noche médicos o parteras a precios módicos. Dictó algunas conferencias, en 1907 la Liga Antialcohólica la invitó a hablar sobre los estragos de la embriaguez.

Montoya no solo se recibió por el hecho de tener un título universitario sino porque veía más allá el sufrimiento y necesidad que tenía el pueblo mexicano para el que trabajó con orgullo toda su vida y por que sufrió también hasta conseguir las bases que la acreditaran como una persona preparada para enfrentar cualquier adversidad.

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