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Seguimos sin estadista.

No quiero tener miedo, no quiero un México sin rumbo, con promesas falsas y sin un estadista.

De nuevo estamos en el peor de los escenarios. Ciertos los candidatos de que tenemos un electorado muy simple y poco reflexivo están tratando de bajar las intenciones del voto del otro, basados en simplezas, rumores y descalificaciones.

En este marco, al igual que en el 2006 Andrés Manuel está empezando a engancharse en una lucha estéril contra los empresarios. Y finalmente eso se convierte en miedo. Hay campañas que nos pintan un candidato que llevará al país a la desolación.

Mientras esto sucede con AMLO, cirugía mayor en el PRI. La urgente salida del inocuo Enrique Ochoa Reza y la llegada de René Juárez. Se habla de que su llegada sumará a la cohesión de las bases priístas y se interpreta como un acercamiento al grupo de Osorio que se siente excluido y lastimado.

Se interpreta el acto de Meade de ayer, como un relanzamiento de campaña. En la explanada del PRI nacional en Insurgentes Norte se reunieron las “fuerzas vivas” priístas. Creo que Meade no sólo necesita un relanzamiento de campaña, sino nuevos ojos para ver y “mirar” la realidad. Sin duda con esos ojos está viendo las encuestas y no ha dimensionado la magnitud del bache que atraviesa. En este acto en donde se reunieron la dinosauriada real, Manlio, Eruviel, Osorio Chong y gobernadores priístas, se aventó la puntada de decir que desde ahí veía a un René Juarez: “alto y guapo y con él vamos a ganar.!” Vestido de rojo por primera vez, se le veía animado, pero al más puro estilo dé Monsivais, estaba documentando su pesimismo. Remató diciendo que en estos días tendrán una nueva dirigencia: “que ilumine con una gran sonrisa”. ¿Qué carajos quiso decir? No tengo idea pero se le está incendiando el pueblo y parece que no le calienta el fuego.

Mientras tanto el niño Anaya, vocifera por recabar el voto útil. Se escuchan rumores, de reuniones inconfesables y de la cohesión del empresariado con su candidatura. Pero en la realidad seguimos igual que hace un mes. Discursos vacíos que no reconocen la gravedad del país.

En un México en donde asesinan a 80 personas diarias por violencia, nuestros candidatos siguen en la discusión inútil, en la descalificación, sin propuesta. De verdad que me preocupa que el próximo presidente, sea quien sea, no entienda lo que los ciudadanos sentimos.

Señores candidatos, de verdad tenemos miedo, mucho miedo, de sus enfrentamientos, de sus peleas con los empresarios, de su falta de propuesta al respecto de la violencia. Tenemos ganas de salir adelante, de heredar a nuestros hijos un país verdaderamente justo, en donde los jóvenes tengan oportunidades de crecer, de mejorar sus condiciones de vida, en donde los jóvenes y los niños puedan tener sueños, ilusiones y un futuro, un futuro que no sea hipotecado por la violencia.

No puedo entender que los tres posibles ganadores de la elección, no tengan la sensibilidad para entender que este México no aguanta más. Que no tenemos 6 años más para desperdiciar. Que el país está en riesgo, que las instituciones están amenazadas y las familias sufriendo el germen de su desaparición.

Estoy convencido de que este país no aguanta 6 años más de simulación, de alguien que llegue a ponerse la banda para navegar sin rumbo. Estoy convencido de que seguimos esperando al estadista, que ponga sobre la mesa el ejemplo y que inspire a todos los mexicanos, que nos cohesione en torno a su figura, pues sólo ni Churchill podría recomponer el desmadre de país que juntos dibujamos.

Mientras tanto quiero entender el papel de los independientes. El agorero de los moches de extremidades y Margarita, que suavemente no ha logrado nada más que algunas declaraciones interesantes.

Queda poco de campaña y de verdad estoy preocupado. No quiero tener miedo. No quiero un país gobernado por alguien que en campaña ha mostrado tantas carencias y me refiero a los 5 que estarán en las boletas. Somos mucho más. Merecemos un líder inspirador, merecemos alguien que se ponga al frente de la recomposición de este México que aguanta un piano, pero que ya se cansó.

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