
Después de casi dos décadas lejos del ojo público, el productor musical Sergio Andrade volvió a aparecer públicamente mediante un video publicado en su canal de YouTube, donde informó que prepara un nuevo proyecto artístico.
Su reaparición, ocurrida el 26 de noviembre, provocó de inmediato un intenso debate en redes sociales debido a su historial judicial y al papel que ocupa en uno de los casos más escandalosos del entretenimiento mexicano.
En la grabación, Andrade se muestra entusiasta desde lo que describió como “un lugar hermoso del planeta”, sin precisar su ubicación. Ahí anunció que lanzará un nuevo material compuesto por once cantatas y una pieza instrumental, obras que planea presentar en un concierto virtual. El productor afirmó que su propósito es conectar con el público desde “un lugar íntimo” y transmitir emociones positivas.
El anuncio marca su primera comunicación directa en años y, aunque evitó revelar dónde reside actualmente, dijo que desea compartir esta etapa creativa “desde la tranquilidad y el arte”. Firmó el mensaje bajo el nombre “Sergio Ramírez. Albuscaflor”, seudónimo que ha utilizado en ocasiones anteriores, y adelantó que el lanzamiento oficial se realizará el próximo 2 de diciembre.
La reaparición del productor no pasó desapercibida. En cuestión de horas, medios de México y América Latina retomaron el video, mientras que usuarios en redes sociales expresaron opiniones encontradas: algunos sorprendidos por su regreso, y otros indignados ante su intento de volver a la escena artística sin un proceso explícito de disculpa o reparación hacia las víctimas relacionadas con su caso.
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El nombre de Sergio Andrade continúa asociado al llamado “clan Andrade”, uno de los episodios más polémicos en la historia reciente del espectáculo. En 1999, el productor fue detenido en Brasil junto a Gloria Trevi y varias colaboradoras, acusado de corrupción de menores, rapto y abuso de confianza. Tras ser extraditado, enfrentó testimonios de víctimas que denunciaron manipulación, control psicológico y abuso dentro de una estructura manejada por él. Cumplió siete años de prisión y obtuvo su libertad en 2007 por buena conducta.
Desde entonces, Andrade mantuvo un perfil bajo, ofreciendo pocas entrevistas y evitando abordar detalles de su pasado judicial. Su intento actual por retomar su carrera reactivó un debate que parecía haber quedado en pausa: ¿deben figuras involucradas en delitos graves tener la posibilidad de reintegrarse al mundo artístico?
Mientras algunos consideran que busca reconstruir su vida a través de la música, otros lo ven como un acto insensible hacia quienes lo denunciaron y hacia la memoria colectiva del caso. Su nuevo proyecto musical, aún sin fecha de presentación más allá del estreno digital previsto, llega acompañado de ese cuestionamiento público.
La discusión continúa abierta y su regreso ha vuelto a poner sobre la mesa temas como la responsabilidad social, la reinserción de figuras polémicas y los límites del perdón en la industria del entretenimiento.







