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Top 7 de canciones de Chavela Vargas, la mexicana que nació donde se le dio su “rechingada gana”

Ella transmitía de verdad en sus canciones, todo el dolor que había en cada una de las palabras compuestas, la mayoría por José Alfredo Jiménez

Isabel Vargas, más conocida como Chavela Vargas (Costa Rica, 1919 – México, 2012), fue una ilustre cantante mexicana que popularizó y llevó al cénit a la música popular ranchera.

Costarricense de nacimiento, pero mexicana por decisión, Chavela nació un 17 de abril de 1919 bajo el nombre de María Isabel Anita Carmen de Jesús Vargas Lizano. A partir de 1942 condensó ese nombre tan largo y poco favorecedor por el de Chavela.

Desde los 8 años cantaba en casa y en la escuela. No jugaba con las muñecas como las otras niñas. Era una niña triste y soñadora que provenía de una familia religiosa con demasiados prejuicios.

Su estilo personal chocó a la sociedad de ese entonces: vestía como un hombre, jugaba juegos diferentes a su rol de niña y siempre iba armada con una pistola.

Sus padres, cuando recibían visitas en casa, la escondían como si fuera un perro rabioso por su extraña forma de comportarse y de vestir. Cuando el matrimonio se separó, la joven Isabel se fue a vivir con sus tíos.

Ella sabía que su destino estaba en México, una “tierra de hombres, que me enseñó a ser lo que soy”. Allí le esperaba el arte, ese “ser desconocido”, como apunta la propia protagonista.

Paloma Negra

En los años cuarenta empezó tocando en el club más elegante del país. Se puso tacones, se soltó la melena y se maquilló…para acabar tropezándose en el escenario. “Vestida de mujer parecía un travesti”, recuerda. Entonces se enfundó unos pantalones, algo que no era normal en aquellos tiempos, se cortó el pelo, se colocó un poncho y el público enmudeció.

Su presencia y su seriedad eran arrolladoras. Con el compositor y cantante José Alfredo Jiménez formó pareja musical y de correrías. Ella transmitía de verdad sus canciones, canalizaba todo el dolor que había en cada una de las palabras que escribía el mítico creador de música ranchera. Cantaban, se divertían y bebían tequila hasta caer desplomados.

La Llorona

 Todos sabían cuál era su condición sexual, aunque ella jamás lo anunció públicamente hasta que cumplió los 80 años. “Si eres lesbiana, estás marginada”, se sinceraba. 

Actuaba en clubs y cabarets, nunca en grandes teatros. A través de un amigo pintor conoció a Frida Kahlo y presintió que podía amar a esa especie de “golondrina” que no era de este mundo. La pintora se quedó fascinada ante su canto y entablaron una relación que no fue a más por las ansias de libertad de la cantante. “No era de aquí ni de allá, no tenía edad”, nos dice sin titubear.

Adoro

En los 50 debutó en Acapulco en un local donde iba todo el mundillo de Hollywood. Cantó en la boda de Liz Taylor y Mike Todd y amaneció junto a Ava Gardner, según asegura ella misma a las directoras. Ahí queda la cosa.

Y es que Chavela era toda una seductora. “He amado mucho”, confiesa. Cuenta la leyenda que tuvo infinidad de amantes, entre ellas muchas famosas y esposas de políticos e intelectuales que acudían a escucharla. Una de ellas fue la novia del influyente empresario Emilio Azcárraga, que vetó su carrera musical al sentirse ultrajado.

Que te vaya bonito

También sufrió mucho y la soledad se convirtió en su compañera más fiel. Lloró la pérdida de José Alfredo y su adicción al alcohol la apartó del público y dejaron de contratarla. Sin dinero y sola cayó en el olvido; bebió sin parar y vivía de la caridad de sus amistades. “El alcoholismo es una dependencia del alma”, dijo en una entrevista.

Macorina

Chavela estaba orgullosa de ser mujer y nos dejó una serie de frases redondas que sonaban como sentencias. “Qué bonito y qué privilegio haber nacido mujer” o “Cuando eres verdad, te impones”. Ella se impuso y fue “la más macha entre los machos”, como asegura la cantante mexicana Eugenia León.

La dama del poncho rojo cantó para todas las mujeres del mundo con su voz rota y desgarrada.

El último trago

Cuando sus pulmones no dieron más, convaleciente en la cama de un hospital en la soleada ciudad de Cuernavaca, Chavela se quitó la máscara y recitó, según su biografa María Cortina, sus últimas palabras: “Me voy con México en el corazón”. Su vida se apagó el 5 de agosto de 2012. Pero el mito seguirá.

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