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¡Trabajemos en equipo! No es momento para la polarización #ElOpinador

Hoy, que en México tenemos pandemia, sismos y huracanes, es muy importante empezar a desterrar los discursos que invitan a la polarización y división

Quiero agradecerle al empresario Josué Arévalo por recordarnos en Twitter una palabra que bien valdría la pena revisar en estos momentos. En la época en donde la polarización está llegando a niveles de riesgo, los bandos crecen y el separatismo social se está convirtiendo en la moneda de cambio de quienes hacen política.

¿Ustedes habían oído el término Oclocracia? La RAE lo define como el gobierno de la muchedumbre o de la plebe. Es una forma de degeneración de la democracia, tal y como lo es la tiranía que surge de la monarquía o la oligarquía de la aristocracia.

Un concepto derivado del griego antiguo que podría traducirse como el poder de la muchedumbre. Un poder que nace siendo legítimo, representado por las mayorías, pero luego transformado por una masa de población irracional, viciosa, nutrida por el rencor y la ignorancia, que incluso puede derivar en acciones violentas o ilegales.

Polibio, historiador griego, lo describe como una forma impura del Gobierno. Lo que Aristóteles llamaba demagogia. El Gobierno elegido por muchos empieza a ejercer ya no para todos, sino sólo para ellos.

Se gana el favor del pueblo más ignorante con oratoria, regalos y prebendas para intentar legitimar la necesidad de que ellos sigan en el poder, alimentando el miedo de que se acabaran los apoyos si existe un cambio político y prometiendo repartir parte de las migajas del erario público.

Logrando así que las voluntades particulares se impongan a las voluntades generales, en resumen, decisiones tomadas ya no por el pueblo, sino por la muchedumbre que es manipulada y decide sin información.

Un estatus que no es nuevo y que se conocen bien los riesgos y las consecuencias que han tenido a lo largo de la historia. Algo bien documentado por el Derecho Político dentro de la ciencia jurídica en las teorías generales del Estado.

Es por eso que hoy más que nunca, cada uno de nosotros debe aprender a pensar detenidamente las cosas, a nutrirse de conocimiento y como los decía Max Webber, saber la diferencia entre una buena comunidad y una sociedad.

Entendiendo a la comunidad como la define Luis Villoro, aquella que es un vínculo de valores y afectos, donde el problema de un miembro es el problema de toda una comunidad.

Hoy, al menos en México tenemos pandemia, sismos, huracanes y en una de esas hasta el Popocatépetl se une a la ecuación. Por lo que es muy importante empezar a desterrar los discursos que invitan a la división, aquellos que incitan al odio contra mi vecino.

Tenemos ya muchas cosas encima como para seguir soportando el egoísmo político por el maldito poder, eso que se ha convertido en algo aspiracional entre los más ignorantes, sin importar el qué o el cómo en ese país.

IPR

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