
Durante su nuevo mandato, Donald Trump ha incrementado su fortuna utilizando la presidencia como plataforma para negocios, donaciones y criptomonedas
Donald Trump ha convertido su segundo mandato en una maquinaria para incrementar su patrimonio personal, utilizando su posición como presidente para obtener ingresos a través de criptomonedas, donaciones privadas, acuerdos internacionales y favores de gobiernos extranjeros, todo sin enfrentar restricciones legales.
Desde su regreso al poder en 2025, Trump ha construido una red de oportunidades económicas que lo han beneficiado directamente a él y a su círculo cercano. Una de las operaciones más polémicas tuvo lugar en Mar-a-Lago, donde se celebró una cena que derivó en el financiamiento de una producción audiovisual dedicada a Melania Trump. El patrocinador fue Jeff Bezos, y el resultado económico para la exprimera dama superó los 28 millones de dólares.
Entre los mecanismos que han impulsado esta expansión financiera se encuentra el lanzamiento del activo digital $TRUMP, una criptomoneda que ha recaudado más de 320 millones de dólares en comisiones. Además, el club privado Executive Branch, inaugurado en 2026, ofrece membresías exclusivas por 500 mil dólares cada una.
Los hijos del presidente, Donald Jr. y Eric Trump, han participado en negociaciones como un contrato con Emiratos Árabes Unidos valuado en 2 mil millones de dólares, vinculado a una firma de criptomonedas asociada a la familia. A pesar de la magnitud de estos tratos, no hay consecuencias legales ya que las leyes sobre conflicto de interés no aplican directamente al presidente.
Otro escándalo surgió con la entrega de un jet privado valorado en 200 millones de dólares por parte del gobierno de Catar, con el argumento de que sería parte de la futura biblioteca presidencial. Esta donación supera en valor todos los obsequios entregados a mandatarios estadounidenses anteriores.
La fiscal general Pam Bondi, quien ha sido asesora de Catar, defendió la legalidad del obsequio. Sin embargo, diversas figuras públicas han manifestado preocupación. Elon Musk, quien mantiene cercanía con Trump, fue vinculado al caso después de que uno de sus colaboradores fuera nombrado como titular de la NASA.
La administración también ha desactivado varios mecanismos de vigilancia interna, eliminando inspectores generales y bloqueando acciones del Congreso y el Departamento de Justicia, ambos bajo control republicano. Esto ha impedido que se inicien investigaciones sobre posibles irregularidades.
A pesar del blindaje institucional, una encuesta de Harvard/CAPS Harris reveló que el 62% de los ciudadanos estadounidenses considera inapropiada la recepción del jet catarí. Incluso comentaristas conservadores como Tucker Carlson y Ben Shapiro han expresado su preocupación ante el rumbo que ha tomado la administración.
El senador Chris Murphy calificó la situación como “corrupción descarada” y advirtió que no habrá consecuencias mientras el presidente mantenga el control político. Por su parte, Michael Johnston, especialista en temas de corrupción, subrayó: “Lo de Trump no tiene precedentes. Representa un desprecio total por las normas éticas que han guiado a la presidencia durante generaciones”.