
Donald Trump impuso un arancel del 50% al cobre importado desde el 1 de agosto, argumentando motivos de seguridad nacional y afectando a México, Chile y Canadá
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, confirmó la imposición de un arancel del 50% sobre las importaciones de cobre, que entrará en vigor el próximo 1 de agosto, bajo el argumento de proteger la seguridad nacional y fomentar la industria local en sectores clave como defensa, automotriz y tecnología.
La medida se suma a las tarifas aplicadas previamente al acero y al aluminio, generando preocupación entre analistas que advierten un posible aumento de precios para los consumidores estadounidenses. La decisión de la Casa Blanca se basó en una investigación realizada bajo la Sección 232, una herramienta legal que permite aplicar aranceles más altos por razones de seguridad nacional.
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Trump señaló que el cobre es un insumo crítico en diversos sectores, destacando su importancia en la producción de semiconductores, sistemas de radar, baterías de iones de litio y en el desarrollo de armas hipersónicas. “El cobre es necesario para semiconductores, aviones, barcos, municiones, centros de datos, baterías de iones de litio, sistemas de radar, sistemas de defensa antimisiles, e incluso, armas hipersónicas, de las que estamos construyendo muchas”, afirmó el mandatario en su cuenta de Truth Social.
Durante 2024, Estados Unidos importó cerca de 810 mil toneladas métricas de cobre refinado, cubriendo casi la mitad de su demanda interna, de acuerdo con cifras del Servicio Geológico de Estados Unidos. Los principales países afectados por esta medida serán Chile, México y Canadá, que son los mayores proveedores de cobre y sus derivados hacia territorio estadounidense, según datos de la Oficina del Censo.
Tanto Chile como Canadá y Perú han manifestado su inconformidad al gobierno estadounidense, argumentando que sus exportaciones de cobre no representan un riesgo para los intereses de Estados Unidos y solicitando la exclusión de sus envíos del nuevo arancel, apoyados en los tratados de libre comercio vigentes con Washington.
Actualmente, más de dos tercios de la producción de cobre en Estados Unidos provienen de Arizona, donde se mantiene estancado el desarrollo de un importante proyecto minero impulsado por Rio Tinto y BHP, detenido por más de una década debido a conflictos regulatorios y ambientales, situación que complica la sustitución de importaciones en el corto plazo.
Con este nuevo arancel, la administración de Trump busca fortalecer la producción doméstica de cobre, considerada estratégica para mantener la competitividad de sectores sensibles ante la tensión geopolítica global, aunque con el riesgo de tensar relaciones comerciales con aliados y elevar costos para la industria estadounidense.