
Donald Trump firmó un decreto que eleva al 50% los aranceles al acero y aluminio importados, medida que ha causado inquietud entre socios comerciales clave
La Casa Blanca oficializó este martes una medida que ha vuelto a sacudir el escenario del comercio internacional. Donald Trump, presidente de Estados Unidos, firmó una orden ejecutiva que incrementa del 25 al 50 por ciento los aranceles sobre las importaciones de acero y aluminio. La justificación, según el mandatario, está relacionada con la protección de la seguridad nacional y el fortalecimiento de sectores industriales considerados estratégicos para el país.
Desde su regreso al poder en enero de 2025, Trump ha reactivado una línea económica centrada en el proteccionismo. Con estas nuevas tarifas, busca contener lo que considera una competencia desleal derivada de países que saturan el mercado estadounidense con productos a bajo costo. “Aumentar los aranceles impuestos previamente brindará un mayor apoyo a estas industrias y reducirá o eliminará la amenaza a la seguridad nacional que representan las importaciones de artículos de acero, aluminio y sus derivados”, se explica en el documento presidencial.
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La medida entra en vigor este miércoles a las 00:01 horas, y se suma a otras políticas arancelarias impulsadas por el mandatario en los últimos meses. En su visita reciente a una planta de US Steel en Pensilvania, Trump anticipó la medida con un mensaje contundente: “Nadie podrá robarles su industria”.
Las consecuencias no se hicieron esperar. Canadá, uno de los principales proveedores de acero para Estados Unidos, junto con Brasil y México, presentó el 13 de marzo una denuncia ante la Organización Mundial del Comercio (OMC). El gobierno canadiense sostiene que la imposición de aranceles contraviene los compromisos asumidos por Washington en acuerdos internacionales como el T-MEC.
Estados Unidos depende considerablemente del acero y el aluminio del exterior. En 2024, aproximadamente el 49 por ciento del acero y más del 60 por ciento del aluminio utilizado en el país fue importado. Los principales sectores afectados por las tarifas son la industria automotriz, la construcción y la manufactura.
Argentina, que figura como sexto proveedor de aluminio, también podría ver afectadas sus exportaciones debido al alza tarifaria. La preocupación crece entre los socios comerciales, que temen un nuevo ciclo de represalias como el ocurrido en 2018, cuando medidas similares desembocaron en una guerra comercial con la Unión Europea, China y Canadá.
Expertos en comercio internacional han advertido que este tipo de decisiones puede generar efectos colaterales que exceden el ámbito industrial. Una escalada de tensiones podría traducirse en contramedidas arancelarias que afecten cadenas de suministro regionales y eleven los costos para consumidores y empresas en toda América del Norte.
La administración estadounidense, por su parte, insiste en que se trata de una estrategia legítima para proteger empleos y fomentar la autosuficiencia productiva. La Oficina del Representante de Comercio de Estados Unidos sostiene que el país tiene derecho a defenderse frente a prácticas que distorsionan el mercado y ponen en riesgo sectores sensibles de su economía.
Aunque los efectos a corto plazo aún están por verse, la decisión ya ha generado inquietud en los mercados y reabre el debate sobre los límites entre seguridad nacional y proteccionismo en la política comercial de la mayor economía del mundo.