
Donald Trump firmó un decreto para crear la Comisión para la Libertad Religiosa durante la celebración del Día Nacional de la Oración en la Casa Blanca
En una ceremonia cargada de simbolismo religioso y con la presencia de representantes de diversas confesiones, el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, encabezó este jueves la celebración del Día Nacional de la Oración en la Rosaleda de la Casa Blanca. Durante el acto, Trump firmó un decreto mediante el cual se establece la Comisión para la Libertad Religiosa, un organismo que, según explicó, reforzará las garantías constitucionales de fe y culto en el país.
El evento reunió a líderes cristianos, judíos, musulmanes y de otras religiones, quienes acompañaron la firma entonando el emblemático himno “Amazing Grace”. Entre rezos y alabanzas, los asistentes pidieron bendiciones y protección divina para el exmandatario republicano, de 78 años, quien ha adoptado un tono cada vez más devoto desde que sobreviviera a un atentado el año pasado.
“Estamos recuperando la religión en nuestro país, y lo estamos haciendo de forma rápida y contundente”, declaró Trump, quien añadió que la administración que lidera está marcada por un profundo compromiso con las convicciones religiosas de la ciudadanía. “Dios ha respondido a las oraciones de los estadounidenses porque ha puesto al frente de este país un gobierno que los hará sentir orgullosos de nuevo”, añadió, recibiendo aplausos de los presentes.
La telepredicadora y asesora espiritual de Trump, Paula White, desempeñó un papel destacado en la ceremonia. Además de encabezar las oraciones, hizo un llamado a un “reinicio espiritual” para el país. “Rodéalo de protección divina sobrenatural”, imploró White, pidiendo también que al expresidente se le concedan “sueños y visiones divinos” y que reciba “sabiduría más allá del entendimiento humano”.
Durante el acto, uno de los asistentes se arrodilló ante Trump en señal de respeto y reverencia, un gesto que subrayó la fuerte conexión entre el exmandatario y un sector significativo de la comunidad evangélica estadounidense, la cual ha mantenido su respaldo pese a los múltiples escándalos que han rodeado su carrera política y personal.
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Trump, quien en su momento comercializó biblias con su marca durante la campaña electoral, ha mantenido una relación ambigua con la religión, marcada tanto por actos públicos de fe como por episodios controvertidos. Sin embargo, la estrategia ha reforzado su base electoral, especialmente entre los cristianos evangélicos, quienes han sido un pilar de apoyo clave desde su primera campaña presidencial en 2016.
En su discurso, Trump también agradeció a los votantes musulmanes que le brindaron su apoyo en las elecciones más recientes, destacando su compromiso de trabajar por la paz en Oriente Medio. En ese contexto, recordó una anécdota sobre un encuentro con imanes en Michigan, estado con una gran comunidad árabe-estadounidense. “Les pregunté: ‘¿Quieren morir?’. Me respondieron: ‘No queremos morir’. Entonces les dije: ‘¿Y qué tal 38 vírgenes?’. Me contestaron: ‘Eso es una tontería’”, relató.
Aunque ese comentario desvió momentáneamente la atención del mensaje principal, Trump volvió a centrar su intervención en la importancia de la libertad religiosa y la necesidad de garantizar que todas las comunidades de fe puedan practicar sus creencias sin temor ni restricciones.
El nuevo decreto marca un paso más en la intención de Trump de consolidar su legado como defensor de la fe y la libertad religiosa en Estados Unidos, en un contexto político donde estos temas siguen siendo determinantes para amplios sectores del electorado.
La Comisión para la Libertad Religiosa, según adelantaron funcionarios cercanos al exmandatario, tendrá la tarea de supervisar el respeto a los derechos de los grupos religiosos en todo el país y elaborar recomendaciones para fortalecer la protección jurídica y social de las distintas confesiones.
El evento, que duró aproximadamente 90 minutos bajo un sol intenso, cerró con un llamado a la unidad nacional a través de los valores religiosos compartidos, dejando en claro que la fe continuará siendo uno de los ejes centrales en la agenda pública de Trump.