La reunión entre Donald Trump y Benjamín Netanyahu en Florida redefine el futuro de la tregua en Gaza, mientras Hamás rechaza el desarme y crece la presión internacional.
La más reciente reunión entre el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, y el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, celebrada en Florida, se ha convertido en un punto de inflexión para el frágil alto el fuego en Gaza, en un escenario marcado por la desconfianza, el estancamiento diplomático y el riesgo de una nueva escalada regional.
El encuentro se llevó a cabo en Mar-a-Lago, residencia de Trump, y fue solicitado directamente por Netanyahu, en lo que constituye la quinta ocasión en que ambos líderes se reúnen en territorio estadounidense durante el último año. Funcionarios de la Casa Blanca observan con inquietud el ritmo lento y los incumplimientos que rodean la implementación de la segunda fase del acuerdo de tregua entre Israel y Hamás.
De acuerdo con fuentes oficiales estadounidenses, Trump busca cerrar antes de enero un anuncio que incluya la conformación de un gobierno tecnocrático palestino en Gaza, así como el despliegue de una fuerza internacional de estabilización, elementos considerados esenciales para evitar el colapso del alto el fuego alcanzado en octubre.
Antes de su encuentro con el mandatario estadounidense, Netanyahu sostuvo reuniones en Florida con el secretario de Estado, Marco Rubio, y con el secretario de Defensa, Pete Hegseth, como parte de una ofensiva diplomática centrada en la seguridad regional y la redefinición del control político y militar en Gaza.
La portavoz del gobierno israelí, Shosh Bedrosian, explicó que uno de los ejes centrales de la conversación con Trump será la segunda fase del acuerdo, que plantea como condición indispensable que “Hamás quede desarmado y Gaza sea completamente desmilitarizada”. Esta exigencia ha sido rechazada de forma tajante por el grupo islamista.
El brazo armado de Hamás, la Brigada Ezzedine al Qassam, reiteró que no entregará sus armas mientras continúe la ocupación israelí. En el mismo mensaje, confirmó la muerte de su histórico portavoz, Abu Obeida, ocurrida meses después de que Israel informara que falleció en un ataque aéreo en Gaza el 30 de agosto.
Además del conflicto palestino, Netanyahu busca impulsar una línea más dura contra el programa nuclear de Irán, al que considera una amenaza directa para la estabilidad de Oriente Medio y para los intereses estratégicos de Estados Unidos.
La visita del líder israelí coincide con una semana de intensa actividad diplomática en Palm Beach, donde Trump también recibió al presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, reforzando su papel como actor central en múltiples crisis internacionales.
El alto el fuego en Gaza permitió, en su primera fase, la liberación de la mayoría de los rehenes capturados durante el ataque del 7 de octubre de 2023, aunque ambas partes se acusan de violaciones constantes al acuerdo. La segunda etapa contempla la retirada gradual de Israel, el desarme de Hamás, la instalación de una autoridad palestina interina y una fuerza internacional de estabilización, puntos que permanecen bloqueados.
“El momento de la reunión es muy significativo. La fase dos tiene que empezar”, advirtió Gershon Baskin, copresidente de la organización Alliance for Two States, quien alertó que Hamás ha tenido tiempo para reconstituir su estructura interna.
Desde Washington, el medio Axios informó que Trump planea convocar en enero, en el marco del Foro Económico de Davos, un Consejo de Paz para Gaza. No obstante, analistas señalan una creciente tensión entre la Casa Blanca y el gobierno israelí. “Hay señales claras de que la administración estadounidense se está frustrando con Netanyahu”, afirmó Yossi Mekelberg, del centro Chatham House, quien subrayó que la fase dos “simplemente no avanza”.
Mientras los cálculos políticos y estratégicos se cruzan en Washington y Jerusalén, el futuro de la tregua en Gaza continúa en suspenso, con consecuencias que trascienden el conflicto local y afectan la estabilidad de toda la región.
