
En Alaska, Trump y Putin se reúnen en una cumbre que podría redefinir la guerra en Ucrania y cambiar el equilibrio diplomático global
Anchorage, la ciudad más grande de Alaska, se convierte hoy en el epicentro de la política mundial. Donald Trump, presidente de Estados Unidos, y Vladímir Putin, su par ruso, sostienen un encuentro que podría marcar un antes y un después en la guerra que desde 2022 desangra a Ucrania. “MUCHO EN JUEGO”, escribió Trump en Truth Social antes de subir al Air Force One rumbo al norte.
Putin pisa suelo occidental por primera vez desde que ordenó la invasión, un conflicto que ya suma decenas de miles de víctimas y ha dejado a Moscú con el control de aproximadamente una quinta parte del territorio ucraniano. La reunión se realiza sin representantes de Kiev, lo que ha despertado inquietud en las capitales europeas.
Trump ha advertido que, si no ve disposición en su interlocutor, la cita “podría terminar en cuestión de minutos”. En sus propias palabras: “Sabré en los primeros minutos si vamos a tener una buena reunión o una mala”. El líder estadounidense insiste en que no impondrá la paz a costa de una rendición: “Ucrania tiene que decidir su territorio”.
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Desde Kiev, Volodímir Zelenski expresó que su país “cuenta” con Trump para convencer a Moscú de detener la ofensiva, aunque ha rechazado tajantemente ceder territorio. La Constitución ucraniana exige un referéndum nacional para modificar fronteras, un obstáculo que hace improbable cualquier concesión.
Europa sigue el encuentro con lupa. Varios líderes temen que Washington se distancie de su respaldo a Kiev. Trump, que en el pasado alabó a Putin y prometió lograr la paz en 24 horas, ha definido esta cita como una “reunión de tanteo” y calcula un “25%” de probabilidades de fracaso.
La elección de Alaska no es casual: Putin evitó sobrevolar territorio de aliados de Ucrania y llegó desde Rusia cruzando el estrecho de Bering. Además, el simbolismo histórico del antiguo dominio ruso en la región añade un matiz irónico, recordado por funcionarios de Moscú.
La agenda prevé una primera conversación a solas con intérpretes y, luego, un almuerzo de trabajo. Mientras tanto, Anchorage amaneció con manifestaciones y banderas en apoyo a Ucrania. En la víspera, se produjo un inusual intercambio de prisioneros: 84 por bando, incluidos civiles capturados antes de 2022 y defensores de Mariúpol.
El Kremlin mantiene demandas máximas: control total de las provincias de Lugansk, Donetsk, Zaporiyia y Jersón, veto a la entrada de Ucrania en la OTAN y levantamiento de sanciones. Trump considera que la reciente escalada militar rusa es contraproducente: “Putin cree que eso le da fuerza en las conversaciones, creo que le perjudica”.
En Europa, algunos ven la cumbre como una victoria simbólica para Putin, pues le permite “salir de su aislamiento”, según Zelenski. Otros recuerdan que el mejor escenario para Kiev sería que no se cierre ningún pacto sin su participación. Trump, sin embargo, mantiene la esperanza: “Creo que Putin y Zelenski alcanzarán un acuerdo de paz”.
Las próximas horas dirán si este encuentro se recordará como un paso hacia el fin del conflicto o como un momento en el que dos potencias decidieron el destino de un país sin su voz en la mesa.