
La construcción de un baño público con un costo cercano a un millón de dólares en Runyon Canyon desató críticas de vecinos que cuestionan el gasto
La aprobación de un baño público valuado en casi un millón de dólares en Runyon Canyon, uno de los parques más visitados de Los Ángeles, ha provocado una fuerte ola de inconformidad entre vecinos y organizaciones comunitarias que acusan un uso desproporcionado de los recursos públicos.
El proyecto, autorizado el año pasado por el Directorio de Parques y Recreación, contempla una inversión de 960 mil dólares, equivalente a más de 17 millones de pesos mexicanos, para instalar un sanitario en la entrada del popular sendero. La decisión ha generado indignación debido a que la ciudad enfrenta limitaciones financieras y recientemente aplicó recortes presupuestales en áreas sensibles, como el departamento de bomberos.
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“Es un desperdicio épico de dinero”, declaró Shira Scott Astrof, residente de la zona, en entrevista con ABC. Otro vecino, Scott Weil, integrante del grupo Guardianes del Runyon Canyon, señaló que halló un proveedor que ofrecía el mismo tipo de baño a la mitad del costo, cuestionando la transparencia del gasto. “¿Cómo es que una ciudad que está quebrada tiene 500 mil dólares extra?”, se preguntó.
Runyon Canyon, ubicado en pleno corazón de Hollywood, abarca 65 hectáreas y recibe cerca de dos millones de visitantes anuales, entre ellos turistas, deportistas, familias con mascotas e incluso celebridades que buscan vistas privilegiadas de la ciudad. Actualmente, el lugar solo cuenta con baños portátiles, lo que había motivado a la comunidad a solicitar instalaciones permanentes.
En un comunicado, la alcaldesa Karen Bass explicó que la iniciativa responde a esa demanda vecinal. “La ciudad de Los Ángeles está comprometida con asegurar que todos los parques sean seguros, limpios, accesibles y disfrutables por los angelinos y los visitantes”, expresó.
Sin embargo, las críticas no han cesado y el presupuesto asignado sigue bajo cuestionamiento. Este caso recuerda al de San Francisco en 2022, cuando la polémica estalló al aprobarse 1.7 millones de dólares para un baño público. La presión social obligó a replantear el proyecto, que finalmente se ejecutó con un gasto reducido a 200 mil dólares.