
Investigadores revelan que el GC-MS, instrumento usado en misiones a Marte desde los años setenta, puede identificar señales claras de vida activa
La posibilidad de confirmar si existe vida más allá de la Tierra podría estar más cerca de lo pensado gracias a un instrumento que ha acompañado varias misiones espaciales desde hace décadas. Se trata del cromatógrafo de gases–espectrómetro de masas (GC-MS), presente actualmente en el rover Curiosity y programado para operar en el Rosalind Franklin de la misión ExoMars.
El doctorando Solomon Hirsch, del Imperial College de Londres, junto con su supervisor, el profesor Mark Sephton, comprobaron que este equipo puede detectar con fiabilidad moléculas asociadas a organismos vivos, lo que significaría un ahorro importante al no requerir nuevas misiones ni costosos desarrollos tecnológicos. Sus hallazgos fueron publicados en npj Space Exploration.
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El GC-MS no es nuevo en la exploración espacial. Sus primeras versiones viajaron en las sondas Viking I y II en 1976, y desde entonces se ha considerado fundamental en el análisis de compuestos orgánicos. Lo novedoso de esta investigación es la identificación de su capacidad para reconocer un tipo específico de enlace químico presente en las membranas celulares de bacterias y células eucariotas, conocidos como lípidos polares intactos (IPL). Estos se degradan pocas horas después de la muerte de un organismo, por lo que su detección implica vida activa.
“Agencias espaciales como la NASA y la ESA desconocen que sus instrumentos ya pueden hacer esto”, explicó Sephton. “Desarrollamos un método elegante que identifica de forma rápida y confiable un enlace químico que demuestra la presencia de vida viable”, agregó. Y con un guiño al Curiosity, añadió: “El rover Curiosity acaba de cumplir 13 años en Marte, pero ¿quién dice que no se le pueden enseñar trucos nuevos a un perro viejo?”.
El mecanismo es sencillo: al analizar los compuestos lipídicos en el GC-MS, aparece un pico distintivo en el gráfico de lectura. Hirsch relató: “Cuando introdujimos los compuestos lipídicos polares intactos en nuestro cromatógrafo de gases–espectrómetro de masas, no sabíamos qué esperar, ya que suelen analizarse con otras técnicas. La firma característica que identificamos proporciona un claro indicador de vida viable, gracias a equipos espaciales que ya se utilizan en numerosas misiones”.
Además de Marte, la técnica tendría aplicaciones en otras regiones del sistema solar con potencial biológico, como las lunas heladas Europa y Encélado, que emiten chorros de agua desde sus océanos subterráneos. Según Sephton: “Nuestro método de detección de vida activa podría aplicarse en Marte y en las columnas de lunas heladas del sistema solar exterior, desde donde se pueden enviar los datos a la Tierra para su interpretación, o en muestras traídas desde posibles biosferas extraterrestres”.
Los investigadores reconocen que las condiciones superficiales de Marte no son favorables para organismos vivos debido a la radiación y las bajas temperaturas. Sin embargo, perforaciones planificadas en futuras misiones podrían alcanzar zonas más profundas y protegidas, con mayor probabilidad de albergar vida. Hirsch lo resume así: “Nuestra expectativa de encontrar seres vivos en la superficie marciana es baja debido a las hostiles condiciones de temperatura y radiación. Aun así, no lo descartamos: la vida encuentra maneras asombrosas de sobrevivir en circunstancias extremas. Además, misiones futuras como ExoMars planean perforar varios metros de profundidad en la superficie del planeta, donde la probabilidad de encontrar vida activa es significativamente mayor”.
Con este avance, la astrobiología gana una herramienta práctica y económica que aprovecha tecnología ya disponible. De confirmarse su eficacia, el GC-MS no solo consolidaría su papel en Marte, sino también en futuras expediciones hacia otros mundos con potencial para albergar vida.