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¡Una tragedia!

Que tragedia. Empiezo a escribir estas líneas a los 40 minutos de haber empezado el debate. Me escribe un amigo extranjero y me pregunta: ¿De verdad de estos 5 tienes que elegir un presidente? Este tiempo se ha agotado hablando de cómo combatir la inseguridad. La mala noticia es que, escuchando a cada uno de ellos, Andrés Manuel López Obrador, Ricardo Anaya, José Antonio Meade, Margarita Zavala y Jaime Rodríguez, no tienen ni la menor idea de cómo acotar la violencia. Sus propuestas fueron vagas, hablaron de seguir con el ejército y la marina, de convocar a un panel de expertos, de reducir la desigualdad, propusieron que los que roben “se les moche la mano”. Están perdidos. No hay una estrategia estudiada y clara. Reina la improvisación al respecto de un tema que tiene a este país de rodillas ante los malditos delincuentes, de los narcos que han escalado de vender mota hasta distribuir combustibles robados.

En cuanto al formato resulta simpático, se privilegió la dinámica antes del fondo de las propuestas. Sin duda, resulta mucho más interesante que el #debatechilango, y destaco la participación de Azucena Uresti, su firmeza y su seriedad. Estoy seguro que mi compañera Yuriria Sierra hará un papel equivalente, en cuanto a su agudeza e independencia.

Me aterra de sobre manera que ninguno de los 5 candidatos tiene un carajo de idea al respecto del papel que desempeñará el nuevo Fiscal General de la República. Los 5 candidatos, de una u otra forma fueron parte de la negociación que llevó a dar a luz la ley de la fiscalía independiente y al día de ayer no se enteraban que la ley que ellos impulsaron aprobar, hace que el nuevo fiscal general tiene total independencia. Que se hicieron mesas por todo el país y que el modelo que ellos aprobaron y que no conocen, contempla que cada uno de los fiscales no dependerá del fiscal general, es decir, como el modelo americano, cada fiscal tendrá su recorte independiza y el fiscal general, sería el encargado de aterrizar una política de impartición de justicia y no podría meterse en los casos particulares, esto de la mano del nuevo sistema penal acusatorio. Anaya, se cansó de hablar del fiscal autónomo e independiente y la ley aprobada exactamente es clara en este tema, pero es evidente el desconocimiento de los 5 al respecto.

En el caso al combate a la corrupción el debate se volvió un cachondeo divino. Propuestas tan locas como cárceles conjuntas para corruptos y para los crimínales organizados. Jaime Rodríguez el “Bronco”, sin nada que perder se dedicó a endilgarle a López Obrador todos los males, y al coro se sumaron los otros 4 candidatos, le dieron con todo a AMLO.

Después de eso los arañazos entre Anaya y Meade, pasando por AMLO, se volvieron un espectáculo divino. Perplejos contemplamos los mexicanos el espectáculo entre 5 individuos que se intercambiaron acusaciones y que todos tienen un costal inocultable de actos inocultables. AMLO y su vida hasta hoy pasando por el segundo piso, Meade y el PRI de las casas de colores y Odebrecht, Anaya y sus bodegas, el Bronco y la inexplicable recolección de firma y Margarita y los resultados en el gobierno de su marido y el enriquecimiento de sus cercanos. O sea, carajo, está bien que seamos imbéciles, pero no abusen. Ninguno de los 5 candidatos puede venir a darnos cátedra de honestidad no me jodan, qué ridículo.

Lo que más me preocupa es la falta de idea en materia de seguridad y de acotar la violencia. En este debate, como siempre abundaron los lugares comunes y las obviedades. En un momento determinado, se olvidaron, que el que va en primer lugar es AMLO, y se enfrascaron Anaya y Meade en una despelucada descarnada.

Claramente, el puntero, ganó. Andrés Manuel López Obrador, no se movió de su centro amoroso. Contesto no de forma maravillosa, pero si efectiva. Trataron de sacarlo de balance y resistió. No hubo un golpe certero que pudiera, desde, mi punto de vista, sacar al Andrés, violento y que le dio miedo a la gente en otros tiempos.

En este formato, Meade, trató de contrastar las cifras que no cuadran ante los programas que propone López Obrador. En suma, este debate, para aquellos que creían que este debate podría mover las preferencias, es una desilusión. Como el mismo AMLO ha dicho en otros momentos le hicieron lo que el viento a Juárez.

Que quede claro, ninguno tuvo idea clara de cómo solucionar el peor problema que tenemos que es la inseguridad. Eso me llena de dudas e incluso también, de miedo y desesperanza. AMLO no ganó en las ideas ni las propuestas. Ganó en la desilusión de los demás. De su falta de contundencia y de su autocontrol. En suma, no hay aún estadista. No hay aún delineado el hombre que pueda cambiar el miedo por esperanza.

El formato mejor, dinámico, pero se dieron monólogos más que debate. Soluciones no escuche, ninguna real y contundente, en suma, una tragedia. Hasta que no aparezca el estadista, el ejercicio resulta un montaje de carpa al más puro estilo de Palillo y Cantinflas.

Otras columnas de opinión: Opinión de Francisco Zea

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