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Usos y costumbres desde los vagones del Metro #ElOpinador

Ojalá cuando nos subamos al Metro, tengamos un espacio para maravillarnos de la historia, costumbres y anécdotas de la CDMX

Seguro muchos ya la reconocieron. Es la Línea 1 del STC Metro del entonces Distrito Federal, que un día como hoy pero de 1969 se inauguró.

Hace ya 50 años de esto. Cinco décadas de un México con un orden y costumbres distintas. De hecho, en la foto se ve cómo los usuarios al no saber cómo funcionaría el nuevo transporte público, formaron una fila para poder entrar a los vagones como fueron llegando.

Una costumbre que por fortuna, seguimos conservando. O ¿no?

Y si, ya se que somos muchos, que desde hace años los vagones son insuficientes, que las instalaciones requieren de un mantenimiento urgente y que las necesidades de esta metrópoli hace mucho quedaron rebasadas. Pero ¿y si nos organizamos? 

Quienes se acuerdan de la extinta Ruta 100, seguramente también se acuerdan que sólo había paradas específicas. El chofer no subía pasaje en cualquier lado y no dejaba que te bajaras pasando la calle, en la próxima vuelta o aquí por favor.

Un México en donde hasta la delincuencia tenía un código no escrito de ética. No se metían con los niños, sobre todo si iban en familia. Y hasta respetaban a las abuelitas o a los ancianos por aquello de tener tantita madre. El “qué dirán cívico” era muy importante. Y bueno, hasta los políticos eran vistos como… bueno, no olvídenlo. Esa percepción sigue casi igual. 

En fin. Una ciudad que veía el futuro y el progreso con la llegada del nuevo sistema de transporte colectivo. Flamantes vagones pintados de fábrica en color naranja, que para nuestro folclor quedaron que ni mandados a hacer.

Un transporte que innovo en el mundo con esa identidad gráfica única en donde cada estación quedó representada con su logotipo, pensado sobre todo en ese sector importante que no sabía leer ni escribir. Una construcción que dio cuenta de la riqueza arqueológica y antropológica del país.

Pues se han encontrado cráneos de hace 11 mil años como el de la Estación Balderas. Piezas del adoratorio de Ehécatl, uno de los grupos más pequeños de México. Y hasta restos de un mamut que del pleistoceno. 

Ojalá cuando nos subamos al Metro, entre apretujones y cuidándonos la cartera, tengamos un espacio para maravillarnos de esta gran ciudad, su historia, costumbres y anécdotas. De ese México donde los abuelos se sentían orgullosos de ser un ciudadano de bien. 

IPR

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