
Durante el receso escolar, el consumo excesivo de golosinas y comida chatarra puede provocar daños metabólicos en los niños y aumentar su riesgo de desarrollar enfermedades crónicas, advierte el doctor José Antonio Castañeda.
Durante las vacaciones escolares, muchos niños cambian sus rutinas alimenticias, lo que podría tener consecuencias más graves de lo que se piensa.
Helados, refrescos, frituras y golosinas se convierten en una constante durante el receso, haciendo que el consumo calórico diario se dispare hasta las 7 mil calorías, según estima el doctor José Antonio Castañeda, especialista en cirugía bariátrica. Esta cantidad, muy por encima del promedio recomendado, puede tener efectos nocivos en la salud infantil si se mantiene durante semanas.
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“Una ingesta calórica tan alta puede traducirse en un kilo de grasa corporal por cada 7 mil calorías acumuladas”, explicó el especialista. Cuando estos hábitos se repiten, el cuerpo comienza a experimentar alteraciones metabólicas que comprometen el adecuado funcionamiento de órganos clave como el páncreas, el hígado y los músculos.
Riesgos metabólicos desde la infancia
El aumento del sobrepeso y la obesidad infantil es una preocupación creciente. Castañeda advierte que el origen del problema no solo radica en la cantidad de comida, sino en su calidad: harinas refinadas, grasas saturadas y azúcares simples dominan el menú diario de muchos menores.
Estas prácticas alimentarias están ligadas a una mayor predisposición a enfermedades como la diabetes tipo 2, hipertensión, alteraciones respiratorias e incluso trastornos emocionales como ansiedad y estrés. Estudios recientes también han documentado la relación entre obesidad infantil y resistencia a la insulina, una condición precursora de la diabetes.
¿Qué dice la OMS?
La Organización Mundial de la Salud ha hecho llamados puntuales para reducir el consumo de bebidas azucaradas y alimentos ultraprocesados en niños menores de dos años. Incluso el jugo 100% natural debe limitarse, debido a su alto contenido de azúcares naturales. Además, la OMS enfatiza la necesidad de políticas públicas que regulen el etiquetado y la publicidad de estos productos.
El papel de los padres y cuidadores
Los expertos coinciden en que los hábitos alimenticios se consolidan en casa. Sin embargo, forzar la comida o crear un ambiente negativo en torno a la alimentación puede generar rechazo a ciertos platillos y propiciar deficiencias nutricionales.
El doctor Castañeda recomienda estar atentos a señales de alerta como un aumento repentino de peso o cambios en el estado de ánimo. En esos casos, sugiere acudir primero con un pediatra endocrinólogo, antes que con un nutriólogo, para identificar si el menor presenta sobrepeso u obesidad mórbida.
¿Es reversible el daño metabólico?
Aunque complejo, el daño metabólico puede revertirse si se detecta a tiempo. Implementar rutinas de sueño, establecer horarios fijos de comida y fomentar el ejercicio son pilares clave para mejorar la salud infantil. Además, los Institutos Nacionales de Salud (NIH) de EE. UU. recomiendan:
- Evitar golosinas y comida chatarra.
- Ofrecer colaciones saludables como frutas, gelatinas o arroz con leche.
- Variar los alimentos para prevenir deficiencias nutricionales.
- Sustituir refrescos por agua simple.
- Promover la actividad física diaria.
La alimentación, una inversión a futuro
La nutrición infantil va más allá del control de peso. Es un factor determinante en el desarrollo físico, cognitivo y emocional de los niños. Por eso, los expertos insisten en que las vacaciones no deben ser sinónimo de descuido, sino una oportunidad para fortalecer hábitos que beneficiarán a los menores durante toda su vida.
Con información de Excelsior