
El abandono no solo se percibe en materia de seguridad, sino también en la infraestructura urbana.
Vecinos denuncian abandono de Janecarlo Lozano; La Forestal 2 se convierte en zona insegura. Habitantes de la colonia La Forestal 2, en la alcaldía Gustavo A. Madero (GAM), denuncian que la zona se ha transformado en un territorio sin ley, donde la delincuencia actúa con total impunidad ante el abandono por parte del alcalde Janecarlo Lozano Reynoso.
Los vecinos afirman que los robos de tanques de gas, cableado de cobre, e incluso delitos de alto impacto como el tráfico de drogas y el secuestro, se han vuelto parte de su vida diaria. Pese a que las estadísticas oficiales la colocan entre las áreas más conflictivas de la Ciudad de México, aseguran que las autoridades locales han hecho caso omiso a la situación.
La Forestal 2 forma parte del extenso sector de Cuautepec Barrio Alto y Bajo, integrado por más de 40 colonias y cerca de medio millón de habitantes, muchas de ellas con elevados niveles de marginación.
El abandono no solo se percibe en materia de seguridad, sino también en la infraestructura urbana. La colonia cuenta con únicamente dos vías principales de acceso: por Eje Central y Vallejo, hacia los metros Politécnico y La Raza o Tlalnepantla; y por Miguel Bernard y Escuadrón 201, en dirección a Indios Verdes. En horas pico, el tránsito se vuelve caótico y la movilidad se convierte en un verdadero desafío, agravado por la falta de transporte público eficiente y los constantes asaltos a peatones y pasajeros.
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A esta problemática se suman los asentamientos de personas en situación de calle, como el ubicado en la barranca de La Forestal 2, donde al menos seis personas han improvisado refugios ante la ausencia de vigilancia y programas sociales.
Mientras los vecinos exigen una intervención integral y permanente, el gobierno local mantiene una postura indiferente, sin aplicar estrategias de seguridad ni proyectos de urbanización que atiendan las necesidades de la comunidad.
La Forestal 2 se ha convertido así en un reflejo del abandono institucional que enfrentan muchas zonas periféricas de la capital, donde la delincuencia crece al amparo de la inacción de las autoridades y los ciudadanos viven entre el miedo y la incertidumbre.