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Viña del Mar une al público y artistas para repudiar a Sebastián Piñera

Poco sirvieron las advertencias de los organizadores de Viña del Mar, quienes les prohibieron a los artistas que hicieran cualquier referencia política

“Piñera, culpable, tus manos tienen sangre” fue el grito repetido una y otra vez por coros masivos durante la agitada edición 2020 del Festival de Viña del Mar que, a pesar de las represiones y los intentos de censura, logró reflejar el hartazgo hacia un presidente que tiene un 90 % de rechazo por parte de la población.

El escenario de la Quinta Vergara, temido por la legendaria severidad de su público, juzgó ahora no sólo a los artistas que se presentaron, sino a un gobierno, que el año pasado entró en su peor crisis ante un estallido social que destruyó el espejismo que durante años erigió a Chile como prueba del éxito del modelo neoliberal.

Adentro y afuera de la sede del Festival hubo protestas que caldearon los ánimos rumbo al plebiscito del 26 de abril, que Piñera convocó obligado por la crisis y en el que los chilenos tendrán que votar si aprueban o rechazan una nueva constitución.

De nada sirvieron las advertencias de los organizadores, quienes les prohibieron a los artistas que hicieran cualquier tipo de referencia política en el escenario. Tampoco las represiones de los ‘pacos’ (policías) a las multitudinarias protestas callejeras que hubo en la ciudad. Los mensajes contra el gobierno traspasaron golpes y censuras.

“Renuncia Piñera”, fue el reclamo más repetido en vientres y pechos femeninos, en palmas masculinas, en pañuelos, pancartas y globos apostados de manera desafiante frente las cámaras de la transmisión oficial que tenían la orden de no mostrarlos.

“Estado opresor”, “muerte al paco asesino y violador”, “apruebo la convención constitucional”, “Chile despertó”, fueron otros de los lemas que marcaron este Festival, en el que una de las presentaciones que despertaba más expectativa era la de Mon Laferte, la cantante que el año pasado posó en la alfombra roja de los Grammy Latinos con los pechos desnudos y el mensaje escrito en su cuerpo: “En Chile torturan, violan y matan”.

Previo a su presentación, en redes sociales se promovió la campaña ‘un láser para Mon Laferte’, que proponía iluminar a la artista como muestra de repudio. La apuesta era que el público la abucheara, pero ocurrió todo lo contrario.

La cantante no se amedrentó. Habló de la denuncia de los Carabineros en su contra por denunciar las represiones. Reconoció que tenía miedo porque no podía ser un delito expresar una opinión y que incluso había estado a punto de cancelar su participación en Viña.

“¡Asesinos, asesinos!”, fue la respuesta masiva del público ante la sola mención del cuerpo policial. Luego vino el aviso: “El que no salta es paco”, que Laferte acompañó entusiasta y ovacionada.

Ricky Martin, el cantante que encabezó las protestas del año pasado en su natal Puerto Rico, fue más discreto pero también contundente.

“Deseo que se expresen, que exijan lo básico: los derechos humanos. Estoy contigo, Chile. Nunca callados, siempre con amor y con paz”, dijo el boricua al recibir el máximo galardón del Festival Viña del Mar. 

Por su parte, la trapera Princesa Alba incluyó el canto “el que no salta es paco” en su presentación y se tapó un ojo con la mano para recordar a los cientos de chilenos que han perdido el órgano por los disparos de balas de goma de los carabineros en las represiones.

El comediante Stefan Kramer, por su parte, también evadió las exigencias de los organizadores y transmitió imágenes de pancartas mostradas en las manifestaciones con los mensajes: “La revolución de Chile no es de izquierda o de derecha, es de la conciencia” y “Lucha, aunque no te falte nada, porque hay algunos a los que les falta todo”.

Pero una de las que más sorprendió fue la cantante mexicana Ana Gabriel, quien siempre se mostrado reacia a politizar sus actuaciones, pero esta ocasión reconoció que no le gusta que dañen a los pueblos, pero no era una crítica hacia Piñera, a quien defendió de manera velada, sino a los gobiernos de México, Venezuela, Honduras y Nicaragua.

“Vamos a orar todos para que se arregle Latinoamérica. Me entristece ver a Chile destruido, es el último país que yo pensé que fuera a caer en las manos y en las garras de algunos pocos. Amigos chilenos, no se dejen, recemos por este país”, dijo, a lo que la multitud le respondió: “¡Chile despertó!”.

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