
En un contexto marcado por el luto y la movilización en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) tras el homicidio de un estudiante del CCH Sur, este jueves se registraron diversos episodios de violencia y amenazas que alteraron el funcionamiento normal de varias instalaciones educativas.
Una riña entre alumnos ocurrió alrededor de las 15:30 horas en la Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán, dejando a varios involucrados con lesiones, quienes fueron puestos a disposición de las autoridades correspondientes, según informó la propia facultad.
De manera paralela, las Preparatorias 6 y 7 de la UNAM enfrentaron amenazas de bomba por segundo día consecutivo, lo que obligó a evacuar los planteles y activar protocolos de emergencia. En el caso de la Prepa 6, desde el miércoles 24 comenzaron a circular rumores sobre la presencia de personas encapuchadas con armas, así como la existencia de presuntos artefactos explosivos. La mañana del jueves 25 se volvió a aplicar el protocolo de seguridad; tras una revisión a cargo del cuerpo de Bomberos UNAM y sin encontrarse explosivos, las actividades se reanudaron por la tarde.
Por su parte, en la Prepa 7 se realizó un desalojo alrededor de la una de la tarde por una amenaza similar. Aunque al final ambas alertas resultaron ser falsas, la preocupación entre la comunidad no ha disminuido.
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Estos hechos se han visto agravados por la difusión de mensajes intimidatorios y anónimos en redes sociales, así como por pintas y notas colocadas en sanitarios, donde se advierte sobre supuestos atentados con explosivos, lo que ha generado alarma en distintas escuelas del nivel medio superior.
El miércoles, la UNAM exhortó a estudiantes y personal académico a no propagar rumores ni difundir información no verificada. En un comunicado oficial, la institución detalló que se han activado todos los protocolos necesarios en cada caso, además de presentar las denuncias correspondientes y solicitar el apoyo de la policía cibernética para rastrear el origen de los mensajes amenazantes.
Estos acontecimientos se dan en un contexto especialmente sensible para la universidad, a pocos días de conmemorarse las marchas del 26 de septiembre por los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, así como la del 2 de octubre por la masacre de Tlatelolco.