
Especialistas confirman que la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México presenta un hundimiento de 30 a 40 centímetros en su atrio principal
Un reciente estudio realizado por especialistas de la UNAM, en colaboración con personal del INAH y de la Secretaría de Cultura, confirmó un nuevo hundimiento en el atrio de la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México, el principal recinto religioso del país. Las autoridades catedralicias y federales evaluaron las condiciones luego de las lluvias extraordinarias de agosto pasado en el Zócalo, que intensificaron las anomalías en la estructura.
Tras varias semanas de inspecciones en la esquina de las calles Guatemala y Seminario, frente al Templo Mayor, los expertos detectaron un hundimiento de entre 30 y 40 centímetros y afectaciones en el tepetate, material que sostiene la cimentación del atrio. Se espera que próximamente las autoridades informen de manera oficial las acciones que se emprenderán para estabilizar la zona afectada.
Según información obtenida por Grupo Imagen, los trabajos iniciales consistirán en retirar el adocreto que cubre el área hundida y rellenar la zona para recuperar la capacidad de soporte. Posteriormente, se colocarán los acabados finales. La Dirección General de Sitios y Monumentos del Patrimonio Cultural, junto con el Programa de Arqueología Urbana (PAU) del INAH, estarán a cargo de las obras de conservación y reparación.
El hundimiento actual supera lo esperado por las autoridades. Registros históricos indican que hace años, el paso de una pipa de agua de 12 mil litros sobre el atrio oriente provocó deformaciones en un área aproximada de 10 metros cuadrados. Sin embargo, tras los sismos de 2017, las intervenciones se concentraron en otras partes del inmueble hasta 2024, dejando pendiente la atención del atrio.
Fue hasta 2025 que la catedral destinó recursos propios para abordar la deformación en coordinación con la Dirección General de Sitios y Monumentos del Patrimonio Cultural. Durante las evaluaciones se determinó que el firme ya no contaba con soporte adecuado, aunque se descartó que el hundimiento estuviera relacionado con el túnel del metro, debido a la distancia existente entre ambos.
Los estudios sugieren que la deformación comenzó al menos desde 2016, es decir, hace nueve años, y que la zona afectada no puede soportar sobrepeso mayor a seis toneladas. Con la intervención proyectada, las autoridades esperan garantizar la seguridad y estabilidad de la Catedral Metropolitana, uno de los monumentos históricos más importantes de México, preservando su valor arquitectónico y cultural frente a futuras contingencias.