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Conmociona a México la violación y tortura de la activista Yndira Sandoval

Las redes sociales convierten el hashtag  #YndiraSomosTodas en un grito contra la violencia hacia las mujeres.

Luego de que se conociera a través de la prensa nacional el más reciente y trágico caso de violencia hacia una mujer, miles de usuarios de redes sociales convirtieron el espacio virtual en un lugar que clama por justicia y seguridad para todas las féminas de este país.

El pasado 16 de septiembre, la activista y defensora de los derechos de las mujeres Yndira Sandoval Sánchez fue violentada sexualmente por la policía Claudia Juárez Gómez dentro de una celda en la cárcel municipal de Tlapa de Comonfort, en Guerrero, ante los ojos de otra mujer policía que vigilaba la entrada a la celda.

Ese día, la antropóloga social iba a dar una conferencia para promover acciones para la prevención, detección, atención, sanción y erradicación de la violencia contra las mujeres, a través de Todas Mx, movimiento que dirige en favor de los derechos de este sector de la población; cuando fue detenida arbitrariamente y agredida física y psicológicamente por elementos femeninos de la policía municipal de Tlapa Guerrero.

Durante su narración a la prensa, Yndira señala que El hecho que sea una mujer mi agresora, me hace confirmar que nuestros enemigos no son los hombres: es el machismo, es el sistema, es el patriarcado, son las prácticas, es el Estado con rostro de hombre o con rostro de mujer”.

Acostumbrada a rescatar víctimas de violencia, Yndira utilizó todos los protocolos que conoce y que jamás pensó le servirían a ella misma para defenderse de una agresión.

Por primera vez en su vida vivió el viacrucis que padecen las mujeres violentadas sexualmente. Y sufrió el rechazo, las burlas, la indefensión ante servidores públicos que carecen absolutamente de visión de género a pesar de representar a instituciones que se supone están para defender la integridad y la seguridad de las mujeres.

Como respuesta, su casa fue allanada y fue amenazada de muerte, por lo que se acogió al mecanismo de protección y ahora vive bajo el cuidado de escoltas, y advierte que seguirá buscando justicia, incluso ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH):

El hecho que me violara una mujer me confirma que nos está carcomiendo el propio sistema, que normaliza la violencia y nos quiere obligar a pensar que este es nuestro destino. Las instituciones están podridas. Quiero caminar sin miedo; el Estado me pudo haber quitado la seguridad, pero no me va a quitar ni la dignidad ni mi vocación de seguir defendiendo los derechos de las mujeres, concluyó.

Este caso sale a la luz justo cuando el Inegi revela que en el país cada cuatro horas una mujer es asesinada, violentada, agredida física, psicológica, económica, sexual o emocionalmente; y que los índices más altos de impunidad se dan en contra de niñas, adolescentes, jóvenes, adultas y ancianas.

 

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