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Crean en Australia la primera máquina del suicidio asistido, su nombre es Sarco

La cápsula de suicidio asistido reduce el nivel de oxígeno desde el interior creando una sensación de intoxicación y relajación

Una muerte rápida e indolora es lo que propone Sarco, una cápsula-ataúd que permite consumar el suicidio con tan solo pulsar un botón desde su interior.

Creada por el activista proeutanasia, Philip Nitschke, la apodada “máquina del suicidio” levantó multitud de críticas tras la presentación de su prototipo en la Feria Fúnebre de Ámsterdam el año pasado.

No obstante, su autor no se desmotivó en lo absoluto y continuó trabajando en su diseño.

El nombre abreviado Sarco es una clara referencia a “sarcófago”, y busca ofrecer a los usuarios plena libertad para cometer un “suicidio asistido”.

Después de intensos meses de trabajo y polémica, el creador de origen australiano confirmó que Sarco estará disponible a inicios de 2019, ya que de acuerdo a su visión: “Todos deben tener el derecho de morir cómo y cuándo quieran”.

Sin embargo, el debate moral que implica la futura comercialización de Sarco va mucho más allá de la clásica discusión en torno a si personas con discapacidades graves, sufrimiento intolerable o dependencia máxima deberían tener la libertad de acabar con sus vidas libremente y con dignidad, lo que generalmente se llama eutanasia compasiva.

En este caso, Nitschke y su máquina de la muerte ponen el suicidio a disposición de cualquier persona bajo la premisa “elegir cuándo morir es un derecho humano fundamental, no solo un privilegio médico para los muy enfermos”.

El australiano desea que Sarco no sólo se venda en tiendas físicas u onlines -aún por anunciar quiénes estarían interesados en venderlas-, sino que además colgará en internet un documento de código abierto con el diseño de la máquina para que cualquier persona pueda descargarlo y crear su Sarco con una impresora 3D.

Esto permitiría que cualquier persona imprima, se coloque dentro de la cápsula y pulse el botón que libera un nitrógeno letal.

Aunque, eso sí, de acuerdo con los límites que el mismo desarrollador ha establecido, quienes deseen utilizar la máquina deberán superar una prueba psicológica para probar que están lúcidos, en cuyo caso recibirán un código perecedero para abrir Sarco.

¿Cómo funciona?

El diseñador holandés Alexander Bannink, que fue quien colaboró con Nitschke para dar forma a Sarco, explicó que la máquina consiste de un ataúd desmontable montado en un soporte que contiene un recipiente de nitrógeno.

Una vez que la persona está adentro sólo deberá presionar un botón para liberar el nitrógeno, el cual provocará que la persona se sienta mareada hasta perder el conocimiento y muera.

Se creador describe a Sarco como una cápsula de “suicidio asistido” que sella el usuario en el interior para luego reducir el nivel de oxígeno, creando así una sensación de intoxicación y relajación.

“Es algo así como ahogarse en seco, donde el cuerpo sufre de hipoxia sin los efectos estresantes y dolorosos de sentirse ahogado”, declaró.

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