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¿De verdad la censura en el lenguaje es la solución a lo que pasa en las calles? #ElOpinador

El problema no está en la marca, en la palabra o en la imagen, está más bien en el uso que se de ella, en la educación que le damos a nuestros hijos


Se acuerdan cuando entrábamos a la escuela y llegábamos a clases con nuestro estuche nuevo de colores. Los que vivimos en el México de los ochenta, antes de la apertura de los mercados internacionales, sabíamos que había de 2, los clásicos Mapita o los tradicionales Blanca Nieves. Cuando abrías la caja experimentabas sentimientos encontrados, pues querías empezar a usarlos, pero a la vez no tanto pues no te gustaba la idea de que alguno de ellos se fuera a acabar antes que otro.

Tenías tus colores favoritos, pero entendías que todos eran importantes. Pues al momento de hacer un dibujo, cada color tenía una función básica. No podías empezar a colorear sin uno y tampoco terminar sin el otro. De hecho era toda una tragedia la primera vez que perdías uno de los lápices.

De niños ningún color era políticamente incorrecto, cada lápiz era igual de importante. No tenía lógica poner en un bando a un color sobre otro.

O generar un mundo donde las cosas sólo fueran blancas o negras. Pues sabías que lo interesante de esta vida estaba en los matices. ¿cuándo nos empezamos a dejar llevar por los estereotipos? ¿por qué somos tan valientes frente a las palabras y tan cobardes en los hechos? 

¿Quien nos hizo jueces del lenguaje, cuando ni siquiera somos defensores de las injusticias que pasan en el mundo? Nos preocupa que una mujer negra deje de estar en la imagen de unas botellas, o que un fanático no pueda usar con orgullo la playera de su equipo porque tiene un nativo en ella. Pero no nos unimos cuando alguien agrede a un indigente, cree que un homosexual vale menos o trata a las mujeres como objeto. 

¿De verdad la censura en el lenguaje será la solución de lo que pasa en las calles? Como si no supiéramos que será cuestión de tiempo para que inventemos nuevos insultos o interpretaciones para referirnos a quien no piensa o se ve como nosotros.

Pues el problema no está en la marca, en la palabra o en la imagen, está más bien en el uso que se de ella, en la educación que le damos a nuestros hijos, o en cómo nos comportemos afuera, justo ahí donde se dan los gritos, los golpes y los asesinatos.

Hoy creemos hacer justicia cambiando la marca de los Pieles Rojas de Washington, al rato quizá buscarán modificar el nombre de la Casa Blanca. Después ya no podremos decir que está oscureciendo porque sonará racista. Y luego tal vez a alguien se le ocurra desaparecer la palabra Auswitz para no ofender al pasado.

Mejor aprendamos a dibujar al mundo como niños, sabiendo que cada color y cada acción es importante. Y como escuche de José Mújica, de paso gastemos un poquito de vida al servicio de la utopía, construyendo un país mejor, con una sociedad mejor para los que vendrán después de nosotros.

IPR

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