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DeAngelo Williams, una historia de vida que llega al corazón

El mes para crear conciencia sobre la detección temprana del cáncer de mama ha terminado, pero lamentablemente el cáncer no se termina, no desaparece.

Historias hay muchas, muchas que te llegan al corazón. Pero hay una que me tocó en lo más profundo del alma, y esa es la de DeAngelo Williams, exjugador de los Pittsburgh Steelers. La historia de su matriarcado, ¿por qué utilizó esta palabra? Porque todas las mujeres de su casa, y en especial su madre, tenían un rol protagónico, su madre era líder nata.

Su madre y cuatro hermanas tenían un gen BRCA1 mutado, su riesgo de  desarrollar cáncer, especialmente de mama, se disparaba. DeAngelo sabía que el cáncer no era una probabilidad, era una inevitabilidad.
Por extraño que parezca, esta no es una historia de muerte, sino una historia de lucha, de fuerza y de amor.
Al escuchar la palabra cáncer el miedo te recorre por todo el cuerpo, se te nubla el mundo, las lágrimas brotan y más cuando sabes que es algo que no puedes evitar que llegue. Pero la familia de Williams y sobre todo, su madre, supieron aprovechar esta enfermedad. El mensaje que siempre transmite es que el cáncer es potenciador. Es sacar la mejor versión que tienes de tí y aprender a superarte.
En un libro que me encanta y que mi psicóloga me recomendó leer cuando a mi mamá la desahuciaron por cáncer de pulmón, que se llama “La enfermedad como camino” de ThorwaldDethlefsen y RüdigerDahlke , tiene conceptos del cáncer que valen mucho la pena y que son similares al pensamiento de esta familia tan fuerte. Uno de ellos es que el cáncer divide, se expande  y se multiplica y que el amor es unidad. En el libro dice que “no hay que vencer al cáncer , sólo hay que comprenderlo para poder comprendernos a nosotros mismos. Pero los seres humanos siempre tratan de romper el espejo cuando no les gusta su cara! Los seres humanos tienen cáncer porque son cáncer. El cáncer es nuestra gran oportunidad para ver en él nuestros vicios mentales y equivocaciones”. Es decir, es una situación que no te invita,  te obliga a reflexionar, y no a cambiar sino a tener la facultad de transformarte y trascender, enfrentar la adversidad con fuerza. 
La madre de DeAngelo recibió quimioterapia durante 3 años. Su cuerpo ya no respondía, pero ella iba feliz porque eso le daba tranquilidad y esperanza a su familia. Fue una mujer extremadamente fuerte. Cuando esto pasa es un ejemplo maravilloso para toda la gente que rodea a estos seres, que muchas veces no se dan cuenta de lo generosos que son.
Platicando con sobrevivientes de esta enfermedad lo que me han dicho -y tristemente lo experimenté en carne propia- es que la gente que está alrededor de ella son los que más sufren, porque el enfermo sabe perfectamente cómo se siente, dónde está el dolor, etc., pero los de afuera estamos en la incertidumbre, no sabemos cómo actuar, qué decir, dónde sobar, nada. Y por el contrario, vemos cómo la persona que amamos se va apagando y llegan con esto el sentimiento de impotencia, de coraje, de tristeza…
Me cuesta decirlo, pero gracias a esta historia de DeAngelo y sus mujeres he aprendido que el cáncer, y cualquier enfermedad, es un maestro, uno muy estricto, exigente, impaciente, que no tiene extraordinarios ni clases de regularización, aprendes o repruebas.
Del mismo libro recojo una idea que me encantó: “El cáncer es el síntoma de un amor mal entendido. El cáncer solo respeta el símbolo del amor verdadero. El símbolo del amor verdadero es el corazón. ¡El corazón es el único órgano que no es atacado por el cáncer!” Es decir, ¡la solución al cáncer es el AMOR!
La mamá de Williams es amor y ese sigue viviendo en su hijo, quien transmite la historia de sus mujeres,  y sobre todo la de su madre, a través de las generaciones. Él mismo dice que mucha gente sabe que su mamá murió, pero quiere que sepan que ella vivió.

 

Elba Jiménez

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