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Día Mundial del Refugiado: Las grandes personalidades a quienes México le abrió sus puertas

En el transcurso de la historia, México ha sido un país que acoge refugiados, y muchos de ellos han sido importantes personas en el mundo político o cultural

El 20 de junio se conmemora el Día Mundial del Refugiado como una expresión de solidaridad, sensibilización y responsabilidad con todas las personas refugiadas.

Internacionalmente, los conflictos armados, la pobreza y el subdesarrollo son las principales causas de los desplazamientos forzados de población de diversos países, los cuales tienen que dejar sus hogares y emigrar a regiones o países menos peligrosos para intentar desarrollar una nueva vida.

Según datos del ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para el Refugiado), actualmente hay más de 45 millones de personas refugiadas, desplazadas y/o apátridas en el mundo. De ellas, aproximadamente la mitad son desplazadas internas, desarraigadas dentro de sus propios países.

Históricamente, México es un país que sufre de esta problemática al mismo tiempo que se muestra solidario con las personas víctimas de situaciones de violencia y persecusión.

Tal ha sido la naturaleza solidaria y proteccionista de nuestro país, que existe una legislación en la que se puede ubicar a personas que sufren esta condición. Se trata de la Ley sobre Refugiados y Protección Complementaria de México la cual en su artículo 13 describe a quienes pueden ser clasificados como refugiados.

  • Por temor de ser perseguido por motivos de raza, religión, nacionalidad, género, pertenencia a determinado grupo social u opiniones políticas
  • Porque su vida, seguridad o libertad han sido amenazadas por violencia generalizada, agresión extranjera, conflictos internos, violación masiva de los derechos humanos
  • Estar en peligro por los motivos de los dos puntos anteriores por haber realizado alguna actividad en territorio mexicano.

Las recientes crisis migratorias han provocado que México se encuentre en una situación crítica en cuanto al recibimiento de solicitudes de refugio, esto ante la incapacidad de los migrantes de poder alcanzar el “sueño americano”.

De acuerdo con los datos oficiales de la Secretaría de Gobernación, entre enero y mayo de 2019 —solamente cinco meses— se recibieron 24 mil 424 solicitudes de refugio.

A lo largo de su historia nuestro país ha abierto sus puertas a refugiados provenientes de España, Francia, Rusia, Siria, Israel, China, Japón y Argentina; no obstante, los últimos años las solicitudes provienen en su mayoría de países centroamericanos y caribeños como Honduras, El Salvador, Venezuela, Cuba, Guatemala, Nicaragua, Haití y Somalia.

Esta apertura internacional ha traído consigo ha importantes personalidades del mundo político o cultural, quienes encontraron en tierras aztecas una mano amiga. En el marco del Día Mundial del Refugiado te presentamos a los más célebres.

León Trotsky

Fue un importante político y militar de la Unión Soviética hasta que fue exiliado por sus diferencias con el líder Josef Stalin.

Tras pasar por varios países se estableció finalmente en México, en 1936, gracias a las gestiones de Diego Rivera con el presidente Lázaro Cárdenas.

Tras su rompimiento político con Diego Rivera, se estableció en una casa en la calle Viena, en la delegación Coyoacán, donde fue asesinado el 20 de agosto de 1940 por el agente soviético español Ramón Mercader, quien tras 19 años de prisión en México salió para ser condecorado como Héroe de la Unión Soviética.

El magnicidio es muy famoso en la historia popular por haber sido con un piolet, una herramienta de montañismo que Mercader le enterró a Trotsky en la cabeza.

Luis Buñuel

El director de cine español llegó a Méxito 1946, tras haber pasado varios años en Estados Unidos, exiliado de su país por oponerse al régimen de Francisco Franco.

Se hizo ciudadano mexicano y aquí realizó la mayor parte de su obra, como Los Olvidados, una de las tres películas incluidas en la Memoria del Mundo de la Unesco y por la que ganó el premio al mejor director en Cannes en 1951.

Falleció en la Ciudad de México el 29 de julio de 1983 víctima de cáncer.

Max Aub

Nació en Francia pero vivió en Valencia, España, pues huyó con su familia de la Primera Guerra Mundial.

La Guerra Civil Española los hizo migrar una vez más y fue así como llegó a México en 1942, en donde vivió hasta su muerte en 1972.

Fue un reconocido escritor, el más afamado entre los antifascistas, que hizo dramaturgia, novela, cuento, guión, ensayo, poesía, e incluso incursionó en las artes plásticas.

Leonora Carrington

Nació en Inglaterra, pero migró joven, con 20 años, a Francia en donde conoció a Max Ernst, uno de los máximos exponentes del surrealismo, con quien comenzó una relación sentimental y se unió a un grupo de intelectuales que se oponían al fascismo, esto previo a la ocupación nazi.

Cuando Ernst fue detenido en 1939, Carrington sufrió una desestabilización psíquica, por lo que su padre la internó en un hospital psiquiátrico en Santander, España, de donde huyó en 1941 con rumbo a Lisboa.

Se refugió en la embajada mexicana y conoció al escritor Renato Leduc, con quien se casó por conveniencia para poder migrar a México, país al que llegó en 1942 y en donde realizó la mayor parte de su obra.

Falleció en la Ciudad de México en 2011.

Luis Cernuda

El ensayista, narrador y poeta español fue exiliado de España en 1947, desde donde se traslada a Estados Unidos, viviendo y trabajando en Mount Holyoke, un colegio para mujeres en Massachusetts, Nueva Inglaterra.

Hastiado de la vida estadounidense, de la falta de estímulo intelectual y humano, y de los largos y gélidos inviernos, como él mismo describió, Cernuda decidió viajar hacia el sur, enamorándose de tierras mexicanas, las cuales visitó intermitentemente entre los años 1949, 1950 y 1951.

En México no sólo encontró un clima cálido y el acogedor sonido de las palabras castellanas, sino también a muchos de sus más queridos amigos como Manuel Altolaguirre, Concha Méndez, José Moreno Villa, Ramón Gaya y Emilio Prados, quienes se encontraban en nuestro país gracias a la hospitalidad del presidente Lázaro Cárdenas.

Radicado en México desde 1951, fallece el 5 de noviembre de 1963, tras haber declarado abiertamente su amor a Acapulco escribiendo: “Todo lo que perdía con la ausencia de México se me representó: el cielo limpio, el aire claro, las flores que no pasan, los cuerpos oscuros; y se me arrasaron con lágrimas los ojos.”

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