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El día que el racismo condenó a Nelson Mandela a cadena perpetua

Ni los más de 27 años que pasó en la cárcel pudieron doblegar el espíritu de Nelson Mandela, cuyo crimen fue luchar contra el racismo de Sudáfrica

No es ningún secreto que algunos luchadores sociales son acusados de terrorismo u otro delito para demeritar se lucha, incluso llegan a pasar varios años en la cárcel, como le ocurrió a NelsonMandela.

Mandela nació en Sudáfrica, país que a pesar de estar en el denominado continente negro, era sumamente racista, que vivía una segregación racial intensa, denominada apartheid, de la cual Nelson era un férreo opositor.

Su activismo llevo a Nelson Mandela a pasar 27 años y medio en la cárcel y aunque después la justicia lo reivindicó y ahora es un ícono de la lucha contra el racismo, todo lo que pasó fue realmente duro y difícil de imaginar.

Llevaba ya 18 años en prisión, cuando el 12 de junio de 1964, en un acto de injusticia total, se le condenó a cadena perpetua, pues estaba acusado de sabotaje contra el gobierno.

Y aunque la sentencia era exagerada y ridícula, fue leve a comparación de lo que la Fiscalía pedía para él: la pena de muerte.

Lo que este hombre debió haber sentido al momento de escuchar la sentencia, no se leerá en ningún libro de historia, reportaje o biografía, pues hay cosas que las palabras no pueden describir.

Su sentencia a cadena perpetua es la prueba fehaciente de que su verdadero crimen -para esos gobernantes- era ser negro y rebelarse a su autoridad.

La cárcel

La cárcel para un hombre inocente es sinónimo de muerte en vida, ese castigo buscaba doblegar el espíritu del negro rebelde, el que buscaba igualdad para su pueblo, mediante la vía pacífica.

Sin embargo, no lograron menguar el amor a su pueblo, ni su sed de justicia, el espíritu de Mandela y su fuerza permanecieron intactos, a pesar de todas las vejaciones que sufrió durante su reclusión.

Todo ese tiempo durmió en un colchón de paja, se le alejó de otros presos políticos y se le obligó a picar piedra en el pleno rayo del sol, lo que arruinó su vista irreversiblemente.

Sin contar las golpizas y humillaciones que los custodios se encargaron de propinarle.

Un día llegó un ofrecimiento de libertad a cambio de dejar su lucha, Nelson Mandela lo declinó, justificando que si su pueblo no era libre, él tampoco lo sería.

La historia

En 1990 llegó su libertad, el resto es historia, recibió un premio Nobel, fue presidente del país que lo encarceló, se codeó con líderes mundiales y otros activistas, pasó a la historia como los grandes.

Pero el legado más importante que Nelson Mandela dejó es el del perdón absoluto y el amor a los ideales, no rendirse en una lucha, pese a que las circunstancias sean las peores.

DMS

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