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El legado de Octavio Paz, de México para el mundo


“El amor es una atracción hacia una persona única: a un cuerpo y a un alma. El amor es elección; el erotismo una aceptación”

Premio Nobel de Literatura, crítico, ensayista, poeta y gran mexicano; así era Octavio Paz, quien nació un día como hoy, pero de 1914.

Junto con Pablo Neruda y César Vallejo, Octavio Paz conforma la tríada de grandes poetas que, tras el declive del modernismo, lideraron la renovación de la lírica hispanoamericana del siglo XX. 

Octavio Irineo Paz Lozano, nació en la Ciudad de México cuando la Revolución Mexicana estaba en curso, vivió en la Colonia Mixcoac sus primeros años.

Su padre fue parte del movimiento zapatista, llevó a su familia a radicar a Los Ángeles, pues era representante del Caudillo. Su abuelo paterno, Irineo Paz, era un soldado retirado del porfiriato, además era novelista e intelectual liberal.

Su estadía en Estados Unidos fue de dos años y fue para Paz el primer momento en que se sintió aislado, pues no podía comunicarse con los demás.

El niño creció rodeado de letras e ideas liberales, lo que forjó su carácter y personalidad, la cual comenzó a hacerse notar en su adolescencia.

Se adhirió al movimiento vasconcelista, tiempo después adoptó la ideología anarquista, por lo que su inclinación política era la izquierda liberal.

Fiel a sus ideales se volvió activista en una organización de jóvenes estudiantes pro obreros y campesinos.

Ingresó a la Escuela Nacional Preparatoria de San Ildefonso donde encontró profesores que lo unieron más al pensamiento zapatista.

A los 17 años comenzó a escribir en la Revista Barandal, tanto poemas como ensayos. En 1933 publicó el poemario Luna Silvestre, editado por Miguel N. Lira, que revelaba ya cierta asimilación de temas románticos.

Años después dirigió las las revistas Taller (1939) e Hijo pródigo (1943). Un viaje a España lo acercó aún más a la poesía.

En 1943 volvió a Estados Unidos esta vez para estudiar y adentrarse más en la poesía modernista Anglo-Americana, la beca Guggenheim hizo posible esto.

Paz tuvo una gran empatía con las causas sociales, no sólo del país, también con las causas internacionales, escribió acerca de la guerra civil española.

Conforme aumentaban sus escritos y su popularidad en el país, se acercó al medio político, comenzó una breve carrera en la diplomacía mexicana, se le envió a Francia y fue allí donde escribió El Laberinto de la Soledad, un innovador y maravilloso ensayo antropológico sobre la ideología e identidad mexicana.

Publicó los libros “Libertad bajo palabra” (1949), “El laberinto de la soledad” (1950), retrato de la sociedad mexicana, “¿Águila o sol?” (1951), libro de prosa de influencia surrealista y “El arco y la lira” (1956).

En 1962 se le nombró embajador de la India, lo cual influyó mucho en su poesía. Siendo un hombre íntegro y de principios dejó el puesto en señal de protesta por la masacre de estudiantes en Tlatelolco, el 2 de octubre de 1968.

Dejado atrás su lado político, se dedicó únicamente a su trabajo de escritor y editor, fundó dos revistas importantes dedicadas a las artes y a la política “Plural” (1971-1976) y “Vuelta” (1976-1998), la mayoría de sus obras poéticas, se componen de poemas y obras escritas en sus primeros años como escritor.

Su vida sentimental fue tranquila, Paz compartió su vida con tres mujeres, con Elena Garro de quien tuvo una hija, Helena Paz Garro, despues con Bona Tibertelli de Pisis, en el año de 1965 contrajo matrimonio con quien convivio hasta el dia de su muerte Marie-José Tramini.

Un hombre tan multifacético y talentoso siempre deja eco, en 1990 recibió el Premio Nobel de Literatura, siendo el primer autor mexicano ganador de éste.

En 1981 recibió el Premio Cervantes  el más importante del mundo de habla hispana. También recibió el premio Nacional de Ciencias y Artes, Internacional Alfonso Reyes y Xavier Villaurrutia, entre los más importantes.

Cabe destacar que también fue miembro distinguido del Colegio Nacional.

Octavio Paz murió el 19 de abril de 1998 a los 84 años en la Cudad de México.

Sólo nos queda recordar el legado que nos dejó y agradecerle por poner el nombre de México en alto.

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