El largo tiempo en casa nos ha acostumbrado a un espacio físico concreto que difiere del mundo exterior, mismo al que tendremos que hacer frente en la vuelta a la normalidad.
La vuelta a la normalidad supone nuevos retos que tendremos que superar, pero de hacerlo, contaremos con novedosos aprendizajes y bagaje experimental.
Con la llegada de la pandemia por COVID-19 las rutinas dieron un giro de 180 grados; cambiamos las reuniones en bares con amigos, por videollamadas grupales, las comidas en familia por llamadas telefónicas, incluso el ámbito laboral se trasladó de las oficinas al hogar.
México inició cuarentena en marzo por lo que ya suman seis meses, tiempo en el que las personas han ido acostumbrándose día con día a las paredes de su hogar. Ellas han sido testigos de la convivencia con sentimientos como miedo por la amenaza a la salud, tristeza por las pérdidas, incluso enfado porque nos arrebataron lo cotidiano.
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La mayoría luchó por adaptarse a un escenario extraño, sin embargo, la experiencia genera resiliencia, es decir, la capacidad que tiene una persona para superar circunstancias traumáticas. Asimismo, algunos habrán descubierto habilidades que no sabían que tenían y que con el tiempo de por medio lograron desarrollar.
Todos confiamos en que en algún momento —no definido aún— se plantará la vuelta a la normalidad —lo que sea que eso signifique—. De nuevo, tendremos que afrontar un panorama insólito, ¿cambiará la forma en la que nos relacionamos? ¿cambiaremos nuestros hábitos?
Desde la voz psicológica hay estrategias a tener en cuenta para que el ingreso en la reapertura sea positiva. Estas son enlistadas por el Colegio Oficial de la Psicología de Madrid:
- Seguir las recomendaciones de las autoridades sanitarias.
- Aceptar que la situación actual no es la misma que antes de la pandemia. Por ello, deberemos ajustar las expectativas que tendemos sobre el futuro.
- Flexibilizar las formas en las que vemos las cosas, actuamos y nos vinculamos
- Plantear lo venidero como un reto que permitirá el despliegue de capacidades y fortalezas.
- Resaltar los aspectos positivos de la nueva normalidad.
- Mantener rutinas saludables.
- Adoptar un afrontamiento activo ante las consecuencias que trajo la contingencia sanitaria, por ejemplo, en el marco social, laboral, de pareja, por mencionar algunos.
- Ser pacientes, el regreso contempla un proceso gradual y progresivo.
- Seguir informándonos a través de fuentes oficiales.
- Establecer redes de contención con personas que nos hagan sentir tranquilos y seguros.
- De creerlo necesario, acudir con profesionales de la salud mental.
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