Search
Close this search box.

,

General Felipe Ángeles, el revolucionario humanista y conciliador

Felipe Ángeles se formó en el ejército porfiriano, demostrando una vocación para el estudio que lo hizo destacar como intelectual

Felipe Ángeles nació el 13 de junio de 1868 en el pueblo de Zacualtipán en un recién creado estado de Hidalgo y en medio de un México agitado por las invasiones extranjeras y la transformación política y social. 

Su madre fue Juana Ramírez y su padre Felipe Ángeles Melo, quien ostentó el grado de coronel y participó en la Guerra México-Estados Unidos y en la Intervención Francesa. 

Las labores de su padre ocasionaron que la familia se asentara en diversos lugares, pero Felipe Ángeles logró realizar su educación primaria en Huejutla, para después ingresar al Instituto Literario de Pachuca y al cumplir cerca de 14 años ingresó becado al Colegio Militar del Castillo de Chapultepec, donde demostró vocación para el estudio y destacó como intelectual, centrándose en la teoría y en la escritura de artículos y libros; además, egresó como uno de los más ágiles y sobresalientes artilleros del país. 

Fue profesor de matemáticas y de otras disciplinas en la Escuela Militar de Aspirantes, como profesor se interesó en la pedagogía al apelar a la necesidad de una reforma en la educación que se recibía en el Colegio Militar, apostando por una educación humanista centrada en el libre albedrío, en oposición a la educación militar caracterizada por la disciplina exacerbada. 

Mientras se encontraba en Europa en México estalló la Revolución y Felipe Ángeles fue convocado por Madero de regresó al país para ser nombrado director del Colegio Militar y nombrado General Brigadier.

Francisco I. Madero le confió una campaña en contra de la rebelión zapatista, por lo que Ángeles trazó una estrategia conciliadora que buscaba instaurar la paz en la región Sur del país tras la promulgación del Plan de Ayala por parte de Emiliano Zapata.  

La labor de Ángeles fue de pacificación, ya que se diferenciaba de la estrategia de represión y exterminio emprendida por Juvencio Robles, estratagema que solo avivaba más la rebelión zapatista.

Por el contrario, Ángeles consiguió que Zapata aceptara entrevistas y diálogos y dejó de manera tácita su intención de terminar con los métodos represivos de quienes lo antecedieron, pues buscaba una tarea de sosiego y progreso. 

Tras el golpe de Estado militar orquestado por Victoriano Huerta y conocido como la Decena Trágica, y debido a su lealtad a la lucha maderista, Felipe Ángeles fue detenido junto a Francisco I. Madero y José María Pino Suárez; sin embargo, gracias a su prestigio y arraigo militar no fue fusilado

Felipe Ángeles fue exiliado a Francia, donde vivió hasta su regreso al país en 1913. Una vez de vuelta en México se unió a la lucha constitucionalista liderada por Venustiano Carranza, quien lo nombró secretario de Guerra y posteriormente solo subsecretario.  

En 1914 se une a las filas de Francisco Villa y su ejército de la División del Norte, iniciando una estrecha relación con el Centauro del Norte, a quien mostró su lealtad enfrentándose a sus antiguos aliados y así se convirtió en un hombre de confianza

Su trayectoria y experiencia como guerrillero y militar le permitieron obtener la victoria en diversas batallas, entre las que destaca la toma de Zacatecas, ocasión en la que el general Francisco Villa venció a las fuerzas del entonces presidente Victoriano Huerta el 23 de junio de 1914. 

También destacan las batallas de Torreón y de San Pedro de las Colonias, las cuales contribuyeron a la derrota militar del huertismo.  

Tras el triunfo del constitucionalismo, Felipe Ángeles se fue al exilio en Estados Unidos en 1916, pero regresó en 1918 para continuar al lado de Villa hasta que, como resultado de una traición, fue capturado en noviembre de 1919 y condenado a la pena capital, muriendo el 26 de noviembre de 1919 en el Cuartel del 21/o. Regimiento de Caballería, en la ciudad de Chihuahua.

De acuerdo con los periódicos de la época, el General Felipe Ángeles mostró serenidad en el momento de su ejecución y fue él mismo quien eligió el lugar donde recibiría la muerte, negándose a que le vendaran los ojos

IPR

Contenido relacionado

Pancho Villa, el «centauro del norte» que amaba las malteadas de fresa

Mas Noticias