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Investigadores suizos frenan el cáncer convirtiéndolo en grasa

Dos fármacos transforman células cancerosas en grasa para frenar metástasis

Un estudio ha demostrado que la combinación de dos medicamentos (antitumoral Trametinib y el antidiabético Rosiglitazone) transforma las células del cáncer de mama en grasa inofensiva en ratones a los que se les había injertado tumores de mama con metástasis de pacientes.

En el trabajo se han usado tumores triple negativo, la clase más agresiva de cáncer de mama y que no responde a tratamientos basados en receptores hormonales.

La clave del estudio ha sido atacar al cáncer en un momento en el que las células del tumor realizan la llamada transición epitelial-mesenquimal. Esta metamorfosis es fundamental para el desarrollo de un embrión y la formación de los diferentes órganos y tejidos de un cuerpo sano. También juega un papel en la proliferación tumoral, pues ayuda a que células tumorales epiteliales que están fijadas a un tejido se transformen en mesenquimales, lo que les permite despegarse y moverse por el flujo sanguíneo. Dentro de los tumores de mama, son estas células las encargadas de diseminar el cáncer a otros órganos.

“Por definición, las células de grasa no pueden multiplicarse para generar hijas, por lo que tras la transformación el tumor no puede crecer, es como un callejón sin salida”, explica Dana Ronen, investigadora de la Universidad de Basilea y coautora del estudio. “La transformación en grasa solo afecta a las células más externas del tumor, que son las responsables de moverse y causar metástasis, por lo que no debería tener un efecto negativo en la salud ni hemos observado cambios en el peso de los animales.

El equipo de investigadores quieren estudiar si esta misma estrategia  funciona con otros tumores y si también puede ayudar a animales que ya han generado metástasis.

“Se trata de resultados muy preliminares, pero son importantes porque representan una nueva vía terapéutica novedosa”, opina Miguel Ángel Quintela director de la unidad de cáncer de mama del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO). “Lo lógico es seguir investigando. Hay una buena base para llevarlo a humanos porque solo hacen falta dos fármacos ya aprobados para otros usos, ambos con baja toxicidad”, resalta Quintela.

 

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