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La cuarentena podría ser un buen inicio para cambiar la dinámica en nuestra familia #ElOpinador

Los más pequeños se encuentran en una situación atípica, viendo a los adultos hacer malabares para llevar a cabo una vida que ha dejado de ser como era antes


Hoy me gustaría hacer un corte de caja sobre cómo hemos afrontando la situación de la pandemia y el confinamiento. Y me gustaría detenerme en un punto muy especial, los niños, pues si bien muchos de nosotros hemos encontrado formas de sobrellevar esta crisis, en ocasiones damos por sentado que nuestros hijos están bien o creemos que llenandolos de mil y un actividades estarán mejor.

Lo primero que tenemos que entender es que los más pequeños se encuentran en una situación atípica. En un ambiente poco explorado y viendo a los adultos hacer malabares para llevar a cabo una vida que ha dejado de ser como era antes. Ahora las clases son línea desde casa y tiene actividades que parten de lo que a los adultos creen que será lo más formativo o lo menos engorroso.

Y es que como dice la doctora en psicología y educación Catherine L´Ecuyer, nunca se había experimentado hasta este momento, con los efectos adversos que podría provoca el confinamiento en los niños. Aunque también agrega que si hay alguien con una increíble capacidad de adaptación, es un niño.

Simplemente pensémoslo de este modo. Un niño está casi siempre a expensas de un adulto que lo acostumbra prácticamente a todo. A la siesta cuando el quiere jugar. A un tipo de alimentación bajo la creencia o sustento de nutrición de sus padres. A horarios específicos de casi todo y no se diga por las mañanas, desayunando en tiempo récord, lavándose los dientes en segundos y llegando a toda prisa al colegio, por al menos 6 u 8 años de su vida. 

Rutinas que buscan convertirlos en los adultos del mañana, aunque eso implique destrozarlos como niños de hoy. Se acostumbran a cambiar de maestros, de compañeros -por aquello del desapego- y teniendo agendas que pocos adultos tendrían el ánimo, la energía o la disciplina de seguir.

En casa, no todos tienen la fortuna de contar con un jardín para jugar. Ahora se vive en espacios más pequeños en donde en el mejor de los casos gozaran de habitación propia. En un lugar donde conviven con padres agotados, frustrados por la situación o luchando con demonios como el de llevar alimento a la mesa o estresados por la falta de trabajo. En donde desafortunadamente los niños, deben aprender a esperar.

Sin embargo no todo está perdido y está podría ser una excelente oportunidad para cambiar. Hagamos que este sea el inicio de una buena rutina. Y así como destinamos un momento para la tele, hagamos otro para los libros, para el jugar y uno más para platicar con ellos. Alejarlos de la información que no les aporte nada y explicarles que son parte importante del equipo.

Atraerlos hacia el mundo del arte e incluso al de la ciencia. Pues ellos serán nuestra mejor carta para lo que venga a futuro. Aprendamos de su alegría y entendamos, la complejidad de su simpleza.

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