
Mientras Gaza enfrenta bombardeos y bloqueos, el precio de alimentos básicos se ha disparado a niveles que igualan o superan comidas en París, volviendo el alimento un lujo
En Gaza, comer se ha convertido en un lujo comparable a un almuerzo en restaurantes parisinos de alta gama, en medio de la crisis humanitaria desatada por los ataques y bloqueos que mantienen a la Franja en una situación crítica. Tras la reanudación de las ofensivas israelíes el 18 de marzo, la inflación en productos esenciales ha alcanzado cifras impensables. De acuerdo con datos recogidos por Times, el costo de la harina se ha disparado en un 5000% mientras que el aceite de cocina ha subido 1200%, elevando el precio del kilo de azúcar hasta los 20 dólares.
En un contexto donde la comida escasea, la organización Islamic Relief compartió el testimonio de un padre que apenas logra alimentar a su hija con pan hecho de alimento para ganado, describiendo cómo lo encontró sin digerir en sus pañales. La situación llevó a la ONU a declarar a Gaza como “el lugar más hambriento de la Tierra”, destacando que alrededor de 470 mil personas enfrentan condiciones de “hambre, muerte, indigencia y desnutrición crítica”.
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Los precios en Gaza ilustran esta crisis: el medio kilo de mantequilla alcanza 25 dólares, un litro de aceite se vende en 27, el kilo de arroz en 10, una docena de huevos se cotiza en 43 dólares y un kilo de pescado llega hasta 84, mientras el kilo de harina cuesta 14. Preparar una comida con estos ingredientes para una familia podría costar 203 dólares, más caro que un almuerzo con vista a la Torre Eiffel, donde un menú puede rondar entre 40 y 80 dólares por persona.
Mientras algunos justifican que con esa cantidad de alimentos podrían alimentarse más personas en Gaza, la realidad es que la severa desnutrición y el hambre crónica alteran toda proporción. A esto se suma el incremento del 2400% en el costo del gas para cocinar, complicando aún más la subsistencia de las familias.
En Gaza, el lujo no es disfrutar un café en París, sino encontrar un huevo para un hijo o una ración de arroz en medio de escombros, pagando precios que rebasan los de ciudades con el costo de vida más alto del mundo.