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Museo Nacional de Antropología e Historia, 56 años de gloria histórica y arquitectónica

Museo Nacional de Antropología e Historia, 56 años de gloria histórica y arquitectónica

El robo al Museo Nacional de Antropología e Historia en diciembre de 1985 significó una mancha más en la administración de Miguel de la Madrid Hurtado

Inaugurado el 17 de septiembre de 1964 en el Bosque de Chapultepec, el Museo Nacional de Antropología e Historia ha sido por más de cinco décadas el epicentro de la investigación, conservación, exhibición y difusión del patrimonio arqueológico y etnográfico de México; con sus 22 salas y 45 mil metros cuadrados.

Con un diseño innovador de forma rectangular, es el museo más grande en el país, rescata el legado de usos, representaciones, expresiones, conocimientos y tradiciones que son patrimonio intangible de nuestro pueblo, custodiado por la monumental escultura en piedra que comúnmente se conoce como “Tláloc”, aludiendo es se trata del dios del agua de los mexicas.

Teniendo como autor intelectual a Jaime Torres Bodet, que desde su puesto en la Secretaría de Educación Pública (SEP) impulsó como pocos el proceso pedagógico en México, tuvo entre sus muchas empresas el Plan Nacional de Museos, que contemplaba el de Antropología, el de Historia, el del Virreinato y el de Arte Moderno.

Así, en el sexenio del presidente Adolfo López Mateos, Torres Bodet reunió a un equipo de visionarios para que definieran los ejes regentes del Nuevo Museo Nacional de Antropología, integrando un consejo para la planeación e instalación, comandado por el arquitecto Ignacio Marquina, teniendo como principales criterios la conservación, enriquecimiento, manejo y registro del patrimonio cultural mexicano desde un ámbito enteramente institucional; la producción y divulgación de conocimiento científico y objetivo; y la enseñanza popular acerca del mundo indígena.

Fue el gran arquitecto Pedro Ramírez Vázquez el que plasmó la mística que se buscaba dotar al Museo Nacional de Antropología, ubicado estratégicamente en la zona de Chapultepec para que fuera de fácil acceso a la población, emulando edificaciones prehispánicas, con materiales, técnicas y necesidades contemporáneas.

Uno de los elementos más representativos del Museo Nacional de Antropología e Historia está El paraguas, fuente monumental de 82.06 m. por 54.42 m que además de resguardar a los visitantes, enfatiza el respeto por el entorno natural mediante una caída libre de agua. Su monumental estructura superior es soportada por cables conectados a los edificios aledaños; situándose entre las “cubiertas colgantes” más grandes del mundo (abarcando un total de 4,467.5 m2).

Pero sin duda, el episodio que ha marcado un antes y después en la historia de este recinto, marcando un hito en las medidas de seguridad en los museos de México, está el robo que tuvo lugar la Nochebuena de 1985, sustrayéndose 140 piezas de las salas Maya, Oaxaca y Mexica.

Convirtiéndose en un escándalo mundial, está retratado en la película Museo de Alonso Ruizpalacios, filmada en 2018 y protagonizada por Gael García Bernal y Leonardo Ortizgris.

Habiendo estudiado a detalle la dinámica y acervo del museo, los ladrones habrían saltado la barda metálica que se ubica sobre la banqueta de Paseo de la Reforma, y tras cruzar el jardín, ingresaron al Museo Nacional de Antropología e Historia mediante una escalera al sótano, para después escabullirse por los ductos de aire acondicionado hasta poder llegar a las salas de exhibición.

Estando dentro del inmueble, tardaron un aproximado de tres horas –entre 1:00 y 4:00 de la mañana- en tomar cada una de las piezas robadas, aprovechando que, por la fecha, los guardias de seguridad descuidaron sus rondines por las distintas salas y estancias, para celebrar la Navidad, siendo hasta la mañana del 25 de diciembre que se descubrió el atraco.

Significando una mancha más en la cuestionable administración de Miguel de la Madrid Hurtado, pese a que de inmediato se instruyó a la entonces Procuraduría General de la República (PGR) se iniciaran las indagatorias para dar con los responsables y recuperar el patrimonio robado, fue cuatro años después que se supo que, tras el impresionante asalto, no estaba una banda de profesionales sino dos jóvenes de clase media, y que las piezas nunca abandonaron su domicilio en el Estado de México.

Carlos Perches y Ramón Sardina, de 25 y 26 años de edad, fueron los autores intelectuales y materiales, y tras realizar el hurto, escaparon a la casa familiar del primero, guardando la maleta con el botín en el clóset de una recámara.

Así, convencido del gran valor de las piezas, Carlos fue a Acapulco para tratar de comenzar relaciones amistosas y laborales con narcotraficantes, siendo esto lo que dio una pista para lograr su captura, y el 12 de junio de 1989, los titulares de la prensa nacional daban la noticia de que se recuperaban las preciadas piezas robadas del Museo Nacional de Antropología e Historia; siendo entregadas por el presidente De la Madrid en un acto protocolario, con todo el nacionalismo rancio del partido en el poder.

IPR

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