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“Si no apuesto, no le encuentro sentido a escribir”: Guillermo Arriaga

“No era un animal, quizá tampoco un ser humano, parecía un ángel roto, perdido, ignorado”. Así describe William Burton a uno de los engendros, fenómenos, una de las personas anómalas que viven en los villorios que heredará.

Este joven noble, que abandona su herencia y su vida aristocrática para estudiar medicina y ayudar a los demás, es el protagonista de Extrañas (Alfaguara), la novela más reciente del escritor y guionista de cine Guillermo Arriaga (1958).

Esta historia, que se desarrolla en la Inglaterra de 1781, “una época en la que el mundo pasa de la alquimia a la química, de la astrología a la astronomía”, representa un giro en la narrativa del autor de Salvar el fuego.

“Si no apuesto, no le encuentro sentido a escribir. Quiero que el riesgo guíe mi carrera. Aquí se me puede ir la carrera al carajo, porque me estoy saliendo de lo que he hecho. Me puse reglas muy estrictas”, afirma.

“Por ejemplo, no encontrarás un solo ‘que’, ni un ‘aunque’ o ‘porque’. Escribir así implica una reelaboración completa del lenguaje. Todas las palabras fueron revisadas, porque ninguna es después de 1790. No pude usar ‘torso’, ‘consultorio’ o ‘escalpelo’, porque no existían en esa época. Fue un trabajo del lenguaje bastante complejo”, explica.

El autor de los guiones de películas como Amores perros y Babel  aclara que Extrañas “no es una novela histórica. Desde el principio advierto que los hechos reales en los que está basada no sucedieron. Es una historia de ficción, la reelaboración de un siglo, la mayor parte de las cosas las inventé, me reinventé la Inglaterra del siglo XVIII”.

Destaca que hoy empezamos a entender apenas lo anómalo, a incorporarlo. “No todos están preparados, aún causa morbo, repulsa o confusión. No sabemos cómo relacionarnos con alguien diferente. Ésa es la médula de la novela. Por más que se hable de la inclusión; de lo femenino y lo racial sí se ha logrado, pero lo anómalo no”.

Señala que el protagonista gana su destino. “Entiende que éste es más importante que el linaje y la riqueza. La clave es conservar el libre albedrío. Urge revalorar el papel de la creatividad. La ciencia debe ser más cercana a la poesía. Debes salirte del pensamiento común, usar la intuición. Sin la creatividad no hay matices”, concluye.

Arriaga entrega un libro de lectura trepidante, casi sin puntos seguidos y pocos puntos y aparte, sin capítulos ni bloques. “Como escritor, es interesante ir descubriendo la novela como un lector”.

Con información de Excélsior

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