Oaxaca mágico

Oaxaca mágico

Dicen los oaxaqueños ilustres, que cuando Benito Juárez, quería resolver un conflicto entre paisanos, recurría a la creación de un municipio.

Oaxaca es uno de los estados más complejos de la República Mexicana. Esta integrado por 570 municipios, una cantidad de por sí muy importante. De estos, 418 se rigen por usos y costumbres, es decir, no son constitucionales. Lo que en sí mismo representa un problema político profundo. Tan profundo, que al día de hoy, los gobiernos constitucionales tienen que lidiar con el enojo o la decisión de los pueblos. Dicen los oaxaqueños ilustres, que cuando Benito Juárez, quería resolver un conflicto entre paisanos, recurría a la creación de un municipio.

No importa que trascendente o importante pueda resultar un oaxaqueño en el exterior en otro país u otro estado, los usos y costumbres los obligan a regresar a su pueblo original a servir a su comunidad, así tengan que regresar desde Suiza o Alemania en donde sean CEO’S o Chefs del mejor restaurante, pues el llamado del pueblo es más trascendente que cualquier éxito personal, so pena de no poder volver a entrar en su lugar de origen.

Este es uno de los ejemplos de lo enraizado que esta el “ser oaxaqueño” en sus habitantes orgullosos. Gente maravillosa que han preservado el orgullo oaxaqueño, de la cultura, el legado histórico, la comida y la geografía inigualable.

Tuve la oportunidad de platicar con muchos oaxaqueños orgullosos. Con Paco, guardián de Monte Albán, un hombre que lleva 26 años cuidando uno de los sitios más importantes para la cultura universal y la arqueología del mundo, en donde de las entrañas de sus tumbas han salido muchos de los tesoros más misteriosos, de inigualable capital estético como el pectoral de la tumba 7 hasta la máscara de vampiro, robada y recuperada en el Museo de Antropologia de la CDMX. Platicando con Paco me di cuenta de lo orgullosos que están los oaxaqueños de Monte Albán, de su cultura, de su pueblo y su legado.

Igualmente puede conocer casi por una casualidad, gracias a un guía conocido en un pueblo anterior, las cuevas prehistóricas de Yagul y Mitla, en donde Leo, un habitante de la comunidad propietaria del terreno en el que se encuentran, nos llevó por la montaña a través de 5 cuevas con pinturas rupestres impresionantes, intactas y recién descubiertas apenas hace 5 años.

Aunado a esto, lo más impresionante fue saber del jardín “etnobotánico”, que sin duda es una iniciativa que desbordó mi expectativa. Anexo a la Iglesia y convento de Santo Domingo, un jardín propuesto como una memoria viva de nuestra herencia y nuestro pasado. Una sucesión de plantas lógicas que honran la historia y que nos recuerdan que la naturaleza y el desarrollo no pueden estar disociados jamás. Nos muestra como el centro económico de la Nueva España era mucho más artesanal, basado en el comercio y el auge de la “grana-cochinilla”, un pigmento extraído de la plaga que se le pega al nopal, infaltable para la realización y venta de todas las artes plásticas de la época y que además determinó la organización política que hoy hace de Oaxaca un lugar mágico pero problemático. El director de este mágico lugar, Alejandro Avila, es sin duda uno de los más apasionados historiadores y precursores del orgullo oaxaqueño. Este espacio de 2.3 hectáreas, ganador de premios a nivel internacional  como el Reina Sofía es un orgullo oaxaqueño y un orgullo nacional.

También fui testigo de la existencia de un gran movimiento de gastronomía que preserva los sabores, los ingredientes y las técnicas ancestrales sin pretensiones, con el único objetivo de mostrar la grandeza de las herencias de los zapotecos y mixtecos. El mezcal, el tasajo, los ayocotes, los quelites, el maíz, la necesaria nixtamalizacion, la infinita cultura gastronómica que debe ser un orgullo interminable para los mexicanos.

Quizá es un lugar común hablar del mezcal, aunque la industria va en crecimiento, en productos y capitalización de la marca, pero es sin duda, un asunto sorprendente los lugares en donde dejan sin aliento a los comensales, que muchos de ellos tienen terrazas con vista al templo de Santo Domingo. Por cierto que luce un atrio que en su momento fue remodelado con una inversión de más de 200 millones de pesos y que hoy es una joya universal. En este polígono puede disfrutar del restaurante Criollo, la terraza de Los Amantes con una vista  fantástica y frontal y un mezcal que se agota en la imaginación como lo es “El Terco”. Todo por cierto cuidando la sana distancia y aplicando de manera estricta las medidas sanitarias. Mención a parte el hotel Quinta Real, en el mismísimo conjunto de Santo Domingo siendo de los más sorprendentes del mundo y la hospitalidad del Fiesta Americana Grand.  

Mención aparte merecen todos los diseñadores oaxaqueños, que orgullosos de sus raíces hacen con telas, hilos y agujas verdaderas obras de arte como Josafat Gómez que en la casa de sus abuelos levanto un taller en el que sus piezas hechas a mano con hilos de oro y plata evocan la fauna de esta región del país.

Todo esto es solo una parte de lo que hace de Oaxaca el epicentro de la revolución cultural y culinaria. Todo lo anterior es sin duda parte de un orgullo que debemos llevar en las venas y que los oaxaqueños me enseñaron esta semana.

El orgullo de nuestra cultura, el orgullo de ser mexicano y el orgullo de que Oaxaca sea uno de los lugares más sorprendentes del mundo. Y tengo que reconocer que las autoridades del estado, como se puede corroborar en mis redes sociales, se encargan de que se apliquen con estricto cuidado las medidas de distanciamiento social. 

Por todo esto, es Oaxaca una maravilla y una luz de esperanza de cómo podemos salir adelante: orgullosos de quienes somos y solidarios de lo que seremos.

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