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¿Qué tan racistas somos los mexicanos? #ElOpinador

Ante las tendencias anti racistas, quizá estamos ante una nueva era en donde el racismo se expresa de manera encubierta para ser políticamente correctos

¿Qué tan racistas somos los mexicano? Mucho, poco, nada. O ¿será que lo somos de una manera en la que incluso ya ni nos darnos cuenta? Quizá porque nos engañaron como a un chino, porque la culpa no fue del indio, sino de quien lo hizo compadre o simplemente porque somos la oveja negra de la familia.

La RAE define al racismo como esa exacerbación o enojo del sentido racial de un grupo ético que suele motivar discriminación o persecución de otros con los que convive. ¿Una situación que solo aplica hacia el desvalido, al que tiene poco o al que no cuenta con un determinado tono de piel? O será que también el racimos ya cambió. 

Pablo Pascale, de la Universidad de Salamanca, en España, plantea en una interesante investigación sobre las nuevas formas de racismo, que quizá estamos ante una nueva era en donde el racismo ya casi no se expresa de manera frontal o explícita por ser políticamente incorrecto, pero si de una forma encubierta que se mantiene latente y que se ha ido adaptando a las nuevas sociedades, quedando disfrazado entre expresiones, actitudes y creencias.

Un tipo de racismo que junto con los prejuicios forman la mancuerna perfecta para segregar a la sociedad en grupos donde unos quieres ser diferentes o alejados de otros.

Y en donde pertenecer es tan importante al grado de poner en tela de juicio los derechos de ciertas minorías o de personas con determinados rasgos o actitudes.

Un sentimiento de odio injustificado por miembros de una raza diferente a la nuestra que nos lleva al insulto, la exclusión o la discriminación y en casos extremos a la violencia.

Una actitud que puede ser aprendida y comprendida desde que un niño tiene 3 años de edad, ubicándolos y haciendo que se clasifique según su etnia o género.

Sin embargo y a pesar de que en los 50 quedaron muchas bases para luchar contra el racismo, continuamos en esta constante lucha por la tan anhelada pureza racial y el miedo a la contaminación ante grupos percibidos como diferentes.

En un mundo en constante transformación, pues ahora la lucha no sólo es por el que no tiene, sino también contra el que tiene mucho.

Actualmente se nos ha inyectado un odio por el que no es igual a mi. Ya sea por el color de la piel, el estatus social o nivel académico. Culpando de mis carencias al otro sin importar que el esfuerzo y la dedicación hayan estado de por medio. 

En resumen, el pobre no quiere al rico, el moreno odia al blanco, el letrado ve con desdén al ignorante y el chairo se pelea con el fifí.

Ante la mirada maquiavélica de quien ve en la división un área de oportunidades, que al tiempo podría ser una bola de nieve que nadie será capaz de detener. ¿O no, Mr. Trump?

IPR

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