Robert Prevost fue elegido como el primer Papa estadounidense, destacando su compromiso con la paz, los migrantes, los pobres y el medio ambiente
El Vaticano celebró este jueves un momento histórico. A las 18:07 horas en Roma, la chimenea de la Capilla Sixtina lanzó al cielo la esperada señal blanca: la Iglesia Católica tenía nuevo Papa. Minutos después, el cardenal protodiácono Dominique Mamberti confirmó lo que se había convertido en rumor entre la multitud: el cardenal estadounidense Robert Francis Prevost Martínez fue elegido como el 276° pontífice de la Iglesia Católica, tomando el nombre de León XIV.
La Plaza de San Pedro estalló en aplausos y vítores. Miles de fieles, emocionados hasta las lágrimas, levantaban banderas de diversos países, entre ellos México, Brasil, Polonia, Italia y Corea del Sur, para dar la bienvenida al nuevo líder espiritual de más de mil 400 millones de católicos en el mundo.
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Prevost, nacido en Chicago en 1955, es el primer estadounidense y el primer agustino en ocupar el trono de San Pedro. A sus 69 años, asume el liderazgo de una Iglesia en transformación, marcada por debates internos y desafíos globales como la pobreza, la migración, la crisis climática y el papel de la mujer.
Una hora después de su elección, León XIV apareció en el balcón central de la Basílica de San Pedro para pronunciar su primer mensaje. Fue un discurso cargado de símbolos, en el que destacó el llamado a la paz.
“Ésta es la paz de Cristo resucitado, una paz desarmante, humilde y preservadora. Proviene de Dios. Dios, que nos ama a todos, sin límites ni condiciones. Mantengamos en nuestros oídos la voz débil, pero siempre valiente, del papa Francisco, el Papa que bendijo a Roma y al mundo aquel día, en la mañana de Pascua”, expresó el nuevo pontífice.
Prevost agradeció a su antecesor en varias ocasiones, recordando la cercanía que compartían en temas como la atención a los migrantes y la opción preferencial por los pobres. Recordó particularmente el primer viaje apostólico de Francisco a Lampedusa, símbolo de solidaridad con quienes cruzan fronteras en busca de una vida mejor.
Ordenado sacerdote en 1982, Prevost partió como misionero a Perú en 1985, donde ejerció como canciller de la Prelatura Territorial de Chulucanas. En su mensaje, evocó esa etapa crucial de su vida y dedicó unas emotivas palabras en español a su antigua diócesis:
“Si me permiten también una palabra, un saludo, a todos aquellos, y en modo particular a mi querida diócesis de Chiclayo en el Perú, donde un pueblo fiel ha acompañado a su obispo, ha compartido su fe, y ha dado tanto tanto, para seguir siendo Iglesia fiel de Jesucristo”.
Su elección fue producto de un cónclave extraordinario, tanto por su magnitud como por su diversidad. Participaron 133 cardenales electores provenientes de 71 países, el mayor número en la historia de la Iglesia. Aunque los detalles de las votaciones se mantendrán reservados, se sabe que Prevost obtuvo al menos 89 sufragios.
León XIV comparte con Francisco la preocupación por la emergencia climática y la defensa de una Iglesia sinodal. No obstante, se ha mostrado reservado ante el debate sobre la ordenación de mujeres, señalando en entrevistas previas que “clericalizar a las mujeres no necesariamente soluciona un problema, podría generar uno nuevo”.
Tras su proclamación, Prevost reiteró su compromiso con los desafíos contemporáneos:
“Unidos y de la mano de Dios, avancemos juntos”, animó a los miles de fieles que lo aclamaban.
La agenda papal ya tiene próximas fechas importantes. Mañana se celebrará una misa privada para los cardenales en la Capilla Sixtina, mientras que el domingo, León XIV impartirá su primera bendición Regina Coeli desde el balcón de San Pedro. La ceremonia oficial de investidura, que reunirá a líderes políticos y religiosos de todo el mundo, se anunciará en los próximos días.
En un momento en que la Iglesia busca renovar su voz frente a un mundo dividido, la elección de León XIV envía un mensaje claro: reconciliación, justicia social y compromiso ambiental serán ejes fundamentales de su pontificado. Como dijo él mismo en su mensaje inaugural:
“Somos discípulos de Cristo, Cristo va delante de nosotros, y el mundo necesita su luz. La humanidad lo necesita como un puente para llegar a Dios y a su amor. Ayúdanos a construir puentes con el diálogo y el encuentro para que todos seamos un solo pueblo siempre en paz”.
