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Seductoramente Drácula, entre el mito y la realidad

Sus sangrientas aventuras han convertido a Drácula en un personaje muy familiar para millones de espectadores con un centenar de películas, series y puestas teatrales

Desde su publicación el 26 de mayo de 1897, Drácula nunca ha dejado de estar en circulación, con nuevas ediciones una tras otra, siendo uno de los principales bestsellers editoriales a lo largo del siglo XX, dando paso a distintas versiones cinematográficas

Escrita por el irlandés Bram Stoker, es una obra maestra de la literatura de terror, materializando la definitiva forma literaria del mito del vampiro, que ya estaba enraizado en antiguas creencias populares de Europa central. En 1983 deja el terreno marginal de la literatura sensacionalista para incorporarse a los clásicos de la Universidad de Oxford.

Concretando en el Conde Drácula el mito original del vampiro, desde el punto de vista estilístico, recobra un recurso literario que estuvo muy en boga durante los siglos XVIII y XIX: el estilo epistolar con tintes grisáceos que mezclan el mundo de los muertos y las tinieblas.

Su principal arma es la perversa fascinación que ejerce sobre sus infortunadas víctimas, especialmente jóvenes y bellas mujeres a las que subyuga arrastrándolas al horror de convertirse en esclavas suyas, seres “no muertos” condenados a una triste existencia crepuscular y sin esperanza alguna de redención.

Así, la narración se presenta como una ordenada sucesión de fragmentos de diarios, cartas, artículos periodísticos e incluso algún telegrama, que van dando cuenta de los sucesos que constituyen su argumento a medida que éstos se producen.

Sin embargo, la estructura narrativa respeta a la clásica de novela, aunque, para conservar el ambiente propio de un diario, su autor dota a la narración de las citas correspondientes a las diferentes fechas e incluso recurre a las acotaciones complementarias.

La historia del aristócrata, decadente y algo anticuado conde de Transilvania se inspira en el boyardo valaco Vlad Drakul, llamado Tepes (el empalador), un personaje del siglo XV que fue un héroe de la independencia rumana frente a los turcos, hecho que es aludido muy superficialmente en la novela.

Contrario a lo que nos han vendido las versiones cinematográficas, en la novela, Drácula se pasea a la luz del día y en las primeras horas de una calurosa y soleada tarde de septiembre, al menos en dos ocasiones y ambas sin peligro alguno para él.

Con un apabullante éxito desde que el texto fue publicado, sus sangrientas aventuras han convertido al Conde Drácula en un personaje muy familiar para millones de espectadores con un centenar de películas, series y puestas teatrales.

IPR

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